Opinión

Deforestación y degradación forestal

La deforestación es una intervención directa del hombre sobre tierras que soportan un uso forestal (tierras con bosque) para dedicarlas a la producción agropecuaria, interfiriendo el normal equilibrio que existe en los ecosistemas, donde cada individuo viviente tiene su función y espacio.

La degradación es la pérdida de la función integral del ecosistema o parte del mismo y puede considerarse un paso previo a la deforestación; un ejemplo es la explotación o extracción selectiva sin control de madera, dejando en el bosque los individuos o especies que presentan mal formación o defectos en sus troncos o fustes, en su sistema foliar, cuyos frutos darán una generación nueva de individuos con los mismos defectos de sus padres (degradación genética).

Esto ha venido sucediendo desde antes que existiera la Administración Forestal del Estado (AFE), o sea desde los años 50 del siglo pasado; además del pastoreo, una práctica muy común que afecta la regeneración natural y destruye los suelos forestales que poseen una delgada capa fértil.

Como generalmente están en laderas con pendientes mayores al 30%, son muy susceptibles a la erosión, los incendios y las plagas forestales. A esto hay que sumar la extracción de madera para diversos usos: leña, estacas, postes, construcción, etc.

La deforestación y degradación tienen causas directas y adyacentes, las cuales se sitúan en un contexto histórico. Algunos opinan que los bosques de la región del sur fueron deforestados y degradados con la construcción del Canal Interoceánico de la República de Panamá y en el litoral atlántico con la aparición de las bananeras.

Las dos zonas marino-costeras son completamente diferentes y los tipos de bosques existentes también.

Los bosques están ligados a la conservación del agua, al control de las inundaciones, a la protección de los suelos para evitar su erosión tanto hídrica como eólica; regulan el flujo de agua superficial al detener su volumen y una parte se infiltra y se retiene en el subsuelo, al haber bosque la fauna encuentra condiciones para reproducirse y desarrollarse y el agua fluye de los manantiales o zonas de recarga hídrica.

La gestión forestal para administrar, manejar y desarrollar los bosques en Honduras ha sido desastrosa, a tal grado que se han perdido más de 1.5 millones de hectáreas de bosque.

Los intereses particulares y de grupos, asimismo, la falta de voluntad política de los gobiernos, han mantenido una raquítica AFE, que lejos de fortalecerla le están restando funciones.

Los técnicos forestales que han capacitado los centros educativos especializados en el tema forestal andan rebotando, porque intencionalmente se contrata más personal administrativo que técnico.

No se han producido las sinergias entre los actores que conforman los sectores agroalimentario, ambiental y forestal, y mucho menos con los órganos administradores de justicia. Los incentivos han sido más para desarrollar actividades agropecuarias que para socializar los beneficios de los bosques para las comunidades que, por no tener oportunidades reales en la zona rural, vienen a topar a los centros urbanos más desarrollados.

Esperamos que el próximo gobierno que asuma en enero del 2014 venga a mejorar la gobernanza de los bosques y nos ayude a recuperarlos.

Todavía hay esperanza y podemos ordenar y manejar los bosques para que sigan produciendo bienes y servicios ambientales para todos los hondureños, le demos el valor agregado a los productos forestales y que tengamos un territorio que pueda amortiguar los impactos del cambio climático; lo anterior es sencillo de hacer y lograr con una norma legal consensuada con todos los sectores y actores involucrados.

La clave está en un aprovechamiento racional de los suelos: todos aquellos con inclinaciones de 0 a 20% deben ser para un uso agrícola, de 20% a 35%, para la ganadería intensiva y sistemas agroforestales con conservación de suelos, y arriba del 35% para uso forestal. Además se debe prohibir que las personas habiten los cauces de los ríos y la corta de vegetación a ambos lados de los mismos.

Se deben controlar las inundaciones en las partes medias mediante la construcción de represas para riego e hidroenergía, y en las zonas altas aplicar la norma sugerida de las cuencas hidrográficas.

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