Opinión

De sueño a pesadilla

Esas remesas que combaten la pobreza en gran cantidad de horas hogares rurales y urbanos, que son el principal soporte de la economía nacional, no solo están salpicadas de sudor, de lágrimas, de sangre. Decenas de compatriotas que se arriesgaron en su búsqueda, mucho antes de encontrarlas, despertaron del 'sueño americano' en una horrible pesadilla.

Y no se trata de mala suerte, designios divinos o trampas del diablo. Esta es solo una consecuencia más de la pobreza, de la falta de oportunidades en que sobrevive la inmensa mayoría del pueblo hondureño; lo que tampoco se explica mediante el determinismo ya que es producto de las fallas del sistema, pero más de la ineptitud y de la corrupción de los gobernantes que ha tenido Honduras.

Esas impactantes historias de algunos de nuestros migrantes que regresaron discapacitados, y que esta semana han sido contadas en EL HERALDO, con toda su carga emotiva, son también un recordatorio de cómo, habiendo heredado un país con tantas riquezas naturales -como tierras fértiles, abundante agua, clima benigno y en las cercanías del mercado más grande del mundo- sus habitantes tengan que irse, indocumentados y arriesgándolo todo, incluso la vida, porque aquí ya no ven salida alguna a la pobreza y a la indigencia.

Pero esos compatriotas, que una vez jóvenes, fuertes y sanos, huyeron de la falta de oportunidades y de la pobreza, y que han regresado sin un brazo, sin una pierna, sin un brazo y una pierna, sin ninguna extremidad inferior o superior; en medio de su propio sufrimiento, también nos dan lecciones de grandeza con su valentía, con su apego a su familia y a su tierra y con su capacidad para mantener vivas sus ilusiones de un futuro mejor.

Debería fluir la ayuda, el apoyo, para estos compatriotas, más para aquellos que no son bien recibidos ni siquiera por su propia familia. Pero más trascendental que lo anterior es crear las condiciones en el país para que a la gente joven que quiera trabajar, invertir en sus tierras o en sus talleres, se le abran las puertas del sistema financiero público y privado.

Ya basta de compatriotas secuestrados, abusados, mutilados o asesinados en la búsqueda del que una vez fue el 'sueño americano'.

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