Cuando comencé a ver “Aguas oscuras” la asocié cauto con la típica película de Hollywood de luchas sociales descafeinadas, pero la presencia de Mark Ruffalo, actor y defensor del medio ambiente, daba alguna garantía. Es sobre la contaminación funesta de un pueblo en Estados Unidos por la empresa química Dupont, cuyos productos llegan a todas partes, incluso a Honduras.
La historia es real. Un cáustico ganadero de Virginia Occidental denuncia la muerte de sus vacas, y recuerda a varias personas con malformaciones; lo atribuye a derrames químicos en el río del pueblo. Mark Ruffalo aquí no se enoja ni se pone verde para salvarnos como Hulk, solo interpreta a un apacible abogado que se enfrenta a la poderosa multinacional Dupont.
Algunos recordarán del bachillerato la estructura molecular del carbono, con sus fórmulas insufribles, elemento esencial de todo lo que tenga vida. Pues, en Dupont lograron juntar ocho de sus moléculas con flúor, hidrógeno, oxígeno; obtuvieron ácido perfluorooctanoico (PFOA), dicho de otra manera: teflón; sí, ese mismo de la freidera para que no se peguen los frijoles.
Los estudios médicos mencionan que el contacto de las personas con el PFOA se relaciona con cánceres de riñón o testicular, úlceras en el colon, aumento del colesterol, ácido úrico, presión arterial, daños al hígado, la tiroides, el sistema inmunológico, trastorno del feto y perjuicio a los niños lactantes. En resumen, es un terrible veneno para todos nosotros.
El tóxico PFOA viene en el teflón de la sartén, en cortinas, ropa, alfombras, cepillos, utensilios, pinturas, ceras, zapatos, que compramos bajo riesgos indecibles. Está por todas partes en antiadherentes e impermeabilizantes, sin un aviso de su amenaza latente. Quizás por eso a veces enfermamos sin saber de dónde ni por qué.
El abogado Rob Bilott, que interpreta Ruffalo en el filme, lleva veinte años peleando con Dupont, que ya tuvo que indemnizar con 670 millones de dólares a miles de afectados por consumir el agua contaminada con PFOA en el pueblo, y hace unos días pagó otros 50 millones; pero la contaminación química, según el acusador, es a nivel mundial.
Los europeos han alargado la prohibición del PFOA en los productos, y los estadounidenses también van lentos. Las restricciones comenzarán este año y se concretarán hasta 2025. Imaginemos qué puede pasar en economías desdeñables como las nuestras; seguiremos consumiendo el teflón, envenenándonos.
Un reportaje de The New York Times inspiró la película, y hay que verla (no solo por Anne Hathaway) para concienciarnos y repeler esta manufactura tóxica, dejando de comprar su teflón, licras, espandex, dacrón y nailon con PFOA, aunque sean productos prácticos que facilitan algunas cosas; como dice Ruffalo en la cinta “el sistema está amañado, quieren que pensemos que nos protegen; nosotros nos protegemos, nosotros”.