El pueblo hondureño tendrá el próximo 26 de noviembre un nuevo desafío: elegir a sus autoridades de gobierno.
Un presidente que deberá velar por el interés de todo un pueblo, sin sectarismo; 128 diputados al Congreso Nacional que legislarán y elegirán ciertas autoridades en representación de sus departamentos y 298 alcaldes que deberán trabajar por el bienestar de la gente de sus municipios.
Del saber ejercer el sufragio depende la consolidación de una democracia sana y el tener una nación sabiamente gobernada.
El no elegir a las personas apropiadas lo lamentaremos por cuatro años, y no solo eso, pondremos sobre el hombro de las nuevas generaciones las cadenas del subdesarrollo, el hambre, la desigualdad y un endeudamiento -no planificado ni consensuado- al cual se recurre cuando no hay autoridades creativas, visionarias y transparentes.
Durante los pasados procesos electorales, los políticos se aprovecharon de la ignorancia de un pueblo que se dejó cautivar con afiches y cancioncitas.
Esta vez que no sea así. Para seleccionar a los mejores hombres y mujeres, los votantes deben investigar más sobre quiénes son los candidatos, su trayectoria familiar, su proceder, los valores que muestran.
Hay que preguntarse cómo unos que estuvieron en algunos gobiernos se volvieron ricos en tan corto tiempo cuando otros ni en generaciones de trabajo y esfuerzo lo lograron.
No estoy diciendo que los jóvenes no pueden tener una riqueza material rápidamente si tienen las condiciones para hacerla, pero todo debe estar registrado en el marco de la responsabilidad ciudadana, de haber pagado los impuestos correctamente, tener constancia histórica de que esos recursos usados para poder montar una empresa y sus emprendimientos provienen de actos lícitos.
Alcanzar una política limpia no solo es responsabilidad de un trío de comisionados, es una obligación de todos los que queremos un juego limpio al momento de elegir a quienes queremos que nos representen.
Así que esta es otra oportunidad para que el pueblo seleccione a candidatos y candidatas que viven y actúan responsablemente, capaces de establecer esos pesos y contrapesos, que es lo que no permite que una nación caiga en un poder absoluto.