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Un fiscal honrado y valiente

La figura de un fiscal general honesto y valiente es muy importante para fortalecer la justicia y la credibilidad del Estado. Su elección es un desafío en un país donde ciertos grupos juegan a sus intereses, que no son los de la sociedad.

La Junta Proponente debe seleccionar a cinco personas idóneas para que el Congreso Nacional elija a dos de ellas, una como fiscal general y otra como fiscal adjunto. En la elección de la nómina que se enviará al Legislativo, no debemos aislarnos del proceso, por el contrario, hay que ser garantes de que todo se realice transparentemente. Uno espera que la Comisión Proponente saque las personas más calificadas, las que tengan un compromiso no político, sino con los intereses de la justicia y las exigencias del país.

No necesariamente los candidatos tienen que ser inmaculados, pero sí ciudadanos serios, de probadísima honestidad, responsables, decididos, justos. Honduras requiere de un fiscal general no solamente probo sino también valiente. Este puesto exige mucha voluntad, sacrificio, al extremo de que si se quiere hacer una buena gestión algunas veces el fiscal general tendrá que jugarse el pellejo, por eso poner un timorato en ese cargo no vale.

Debe ser una persona comprometida con la lucha contra la corrupción, dispuesta a desengavetar los expedientes que contienen casos sumamente probados y fortalecer los que necesiten un soporte investigativo para luego presentarlos ante los tribunales de justicia. El Ministerio Público requiere de alguien que pueda continuar la labor del actual fiscal general, Fernando Chinchilla, quien a pesar de las circunstancias en que fue electo ha hecho mucho más que sus antecesores en la búsqueda de la justicia y la aplicación de la ley.

Uno tampoco debe esperar que una o dos personas resuelvan los problemas de justicia que golpean a toda una nación, por eso es importante el acompañamiento de todo un pueblo y de la cooperación internacional, actualmente a través de la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad (Maccih). Intentar socavar los cimientos de esta misión, en pleno proceso de la elección de un nuevo fiscal general, es un mal mensaje al pueblo hondureño y a la comunidad internacional que también ya está cansada de tanta corrupción y tanta injusticia en el país.