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Tres lecciones del proceso constituyente de Chile

No podemos desconocer que a muchos nos ha sorprendido el resultado del plebiscito en Chile. Según fuentes oficiales chilenas, un 61.86% votó (7,882,958 personas) por el Rechazo a una nueva constitución, en comparación con un 38.14% que Aprobó su texto (4,860,093 personas).

Parece contradictorio que unas de las democracias más desarrolladas de la región prefiera una constitución aprobada durante la dictadura militar de Augusto Pinochet.

Rápido caemos en el pleito de izquierdas y derechas, que tiene cierta razón. Pero en Chile, debajo de la pugna ideológica hay otros factores que también debemos considerar; por ejemplo, las coaliciones políticas, las instituciones económicas y la identidad nacional.

Pero esto no quiere decir que no habrá una nueva constitución, solamente tomará más tiempo y más negociación.

Lo que ha pasado en Chile debe servirnos de ejemplo cuando nos toque transcurrir el camino de un proceso constituyente, en caso de darse las condiciones.

Hay tres lecciones que nos está dejando el proceso constituyente chileno.1. Si un partido político se lanza solo, estará condenado al fracaso. Con todos los defectos que pueda tener, Chile tuvo la oportunidad histórica de impulsar una constituyente desde la demanda popular. Producto de las protestas de 2019, los partidos políticos firmaron un acuerdo para la redacción de una constitución política. El acuerdo multipartidista y las coaliciones que se conformaron ayudó a definir las reglas electorales, creó confianza en la institucionalidad y en los resultados del plebiscito; no solo es eso, llevará a Chile a nueva constitución. 2. Una constituyente es un voto de confianza a la gestión del gobierno de turno. La convención constitucional había iniciado en julio de 2021 con altos niveles de respaldo, pero fue perdiéndolo en semanas debido a la sobre representación de sectores de más de izquierda. Pero lo más determinante ha sido el manejo de la crisis del gobierno, viéndose superado por problemas de inseguridad ciudadana, emigración y alta inflación. Entrando al plebiscito, la aprobación presidencial de Gabriel Boric a seis meses de haber tomado posesión estaba en de 37%. En fin, el votante chileno hizo del plebiscito un referéndum al mandato de Boric.3. Los cambios abruptos y ambiciosos son difíciles de asimilar. Pensar que una constitución es el mecanismo para refundar un Estado produce fuertes reacciones en una población con fuertes tradiciones e identidad. Por ejemplo, el debate sobre la plurinacionalidad reconocida en el nuevo texto constitucional de Chile posiblemente fue la principal preocupación para rechazar la propuesta, percibiéndose como el fin de la nación chilena.

Los humanos estamos programados a luchar más por lo que sentimos que vamos, en comparación con aquello que podremos ganar. Más aún cuando los cambios no encajan del todo con nuestras creencias e ideas.