Columnistas

Sobre las próximas elecciones

Me contaron de un grupo de amigos que defendían a los candidatos por los que piensan votar en las próximas elecciones. Unos decían que hace falta un cambio y eliminar de tajo a la corrupción que parece ensuciar a todo el sistema.

El problema, dijo otro que parecía más sensato, es que en todos los bandos existen los que solo velan por sus propios intereses y ponen el bien común en último lugar. Tenemos experiencia de tales o cuales partidos en el gobierno y la situación, en lugar de mejorar, empeoró. No hace falta siquiera investigar mucho en los indicadores de desarrollo de Honduras para darse cuenta de que en los últimos años hemos retrocedido. Pareciera que nuestra democracia está cansada de tanta palabrería y buenas intenciones y que las acciones para resolver los problemas brillan por su ausencia. Al final, concluyó otro, defendiendo a su partido, es que en estas elecciones se trata de votar por el “menos malo”, así fue la historia de las últimas elecciones y esta no será una excepción.

Escucho a personas muy activas en política a las que por primera vez se les han esfumado las ganas de votar. Da igual quién resulte electo, la verdad es que seguiremos en este camino tortuoso de elecciones amañadas, niños con hambre, sin salud ni educación y con un país sin enderezar el rumbo.

¿Cuándo tuvimos fácil los hondureños la decisión de elegir a las autoridades en elecciones pasadas? Desde que deposité el voto en mi primera elección en los años ochenta recuerdo que había candidatos supuestamente buenos y otros que después demostraron que no lo eran tanto. No lo digo para dar consuelo a nadie, pero reconozco que me equivoqué en muchas ocasiones al escoger por quien votar, sin embargo, me consuela que en ese momento me pareció la mejor elección.

Tal como está nuestro país, no existen soluciones fáciles ni cómodas para nadie. Ni para nosotros los electores ni tampoco para los que salgan electos. No existen las fórmulas mágicas, ni las personas perfectas que erradicarán de una vez por todas la pobreza o la corrupción. Los populismos que tanto están de moda en el plano mundial tienen su caldo de cultivo en una sociedad cómoda que busca un mesías que le resuelva todos sus problemas.

Si queremos hacer la diferencia hemos de darnos cuenta de que nos espera un camino arduo a los que queramos ejercer nuestro papel democrático con responsabilidad. Por supuesto que elegir bien cuesta trabajo, pero sobre todo, el veintiocho de noviembre se trata de darse cuenta de que no debe existir motivo de queja o pesimismo para quien asume como propios los problemas de nuestro país y toma la mejor decisión que puede en ese momento. Y para esto hace falta reflexión atenta a las palabras de los candidatos, pero sobre todo, al ejemplo de vida y a las obras que aunque se quieran ocultar siempre terminan por relucir.

¿Pesimismo?¿Desesperanza?, existen solo para los que se dejan llevar por las etiquetas de que todas las personas, y en particular los políticos, están cortados con la misma tijera. Para romper con estas generalizaciones hace falta que comencemos por dejar de lado nuestros prejuicios, que aprovechemos desde ahora para asumir nuestro papel de buenos hondureños y que nos involucremos de verdad para elegir a nuestras próximas autoridades de forma consciente y responsable.