La palabra gobernar se define, en términos generales, como ejercer la autoridad o el mando sobre la conducta de personas u otras cosas. Pero es precisamente en política donde esta palabra se utiliza con mayor frecuencia para expresar el mando que ha sido conferido a una persona para dirigir una nación, por medio de un órgano legislativo o por la decisión mayoritaria de un pueblo a través de un proceso electoral.
Se dice que gobernar es un arte porque se requiere de visión y determinación para analizar las distintas situaciones que se deben enfrentar y tomar las mejores decisiones para resolverlas y cumplir con los objetivos que han sido establecidos. No todas las personas nacen con los atributos requeridos para ser un gobernante, aunque la historia está llena de seudolíderes que han tenido acceso al poder y lo han desperdiciado con un mal gobierno, ya que solo han buscado llenar sus bolsillos, el de sus familiares y el de sus amigos.
Una de las decisiones más importantes que debe tomar un gobernante es saber escoger a las personas que lo acompañarán en el ejercicio de su cargo y de sus responsabilidades. En otras palabras, tener un liderazgo y gozar de excelente reputación para lograr que personas competentes y honestas se unan a su equipo de gobierno. Repartir puestos para quedar bien con familiares o amigos es muy fácil y una muestra clara que las intenciones no son las de impulsar un buen gobierno.
Gobernar un país es una tarea sumamente compleja y en el caso de países como Honduras, todavía lo es mucho más. Los retos que se tienen que enfrentar son de gran magnitud y, por lo tanto, un buen gobernante necesita contar con colaboradores competentes, calificados y que también compartan sus ideales, objetivos y principios, para impulsar transformaciones estructurales que permitan contar con un Estado donde impere la justicia, se castigue la violación a la ley y se impulse el desarrollo económico y social sostenido y equitativo.
Siempre se ha dicho que un líder debe predicar con el ejemplo y en el caso de los buenos gobernantes, esto es sumamente importante. Los ojos de toda una nación están puestos sobe sus actuaciones. De nada sirve discursear sobre honestidad, responsabilidad y compromiso si con las actuaciones se demuestra que esto no es nada más que pura retórica sin fundamentos y que más bien se practica lo contrario. Los colaboradores de un líder siempre están expectantes y buscando emular las actuaciones de sus líderes, no de lo que dicen en sus discursos.
Para que un país se desarrolle se necesita un gobierno comprometido, integrado por funcionarios competentes y honestos que demuestren liderazgo y compromiso, para entonces poder atraer la inversión privada que se requiere para generar crecimiento económico y empleos productivos. Los objetivos fundamentales siempre deben ser mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos en su conjunto, haciendo un uso eficiente y transparente de los recursos que le son confiados por los mismos ciudadanos.
Fomentar el odio y la venganza nunca conducirá a nada positivo y solo se logrará mantener la confrontación nociva e improductiva entre los mismos ciudadanos. Unámonos y luchemos todos juntos por hacer de Honduras un país de esperanza y bienestar. Si lo soñamos, juntos lo lograremos.