Habría que ser un ermitaño de las redes sociales o WhatsApp para evitar el alud de memes -creativos, simpáticos, absurdos- que tienen como protagonista al cantante español Julio Iglesias, para marcar las fechas del séptimo mes del año; una demostración incontrastable de que el sentido del humor popular, colectivo, busca el escape de una realidad desatenta.
Las viñetas caricaturescas con la imagen del músico comenzaron hace cinco o siete años, nadie lo tiene claro, y se esparcen imparables desde España, México y hasta Argentina; las primeras llegan a mitad de junio, con una foto de la mitad del rostro del cantante:
“Ya se asoma Julio”, y a partir de ahí, todos los días, probablemente hasta agosto.“Humor conectivo” le llaman en parte de la psicología a esa actividad masiva de clara intención social, que se hace y se multiplica incontenible, porque tiene gracia para la mayoría de las personas y se manifiesta una identificación entre todos los participantes: es muy difícil que alguien no simpatice con estos invasivos memes.
En estos tiempos de algún reguetón obsceno y de otros ritmos impúdicos y lascivos, las canciones románticas, como las de Julio Iglesias, apenas tienen espacio entre la música del recuerdo, y muchos jóvenes solo conocen al cantante por los memes; al menos le ha servido de mercadeo, contando que ya tiene 78 años, claro.
También conceden una fortuita situación: los memes de Julio Iglesias permiten una pausa, un descanso, una alternancia de ese humor agresivo de insultos y descalificaciones, que solo es gracioso para un grupo, mientras ofende y agrede a otro: entre más dividida y confrontada está la sociedad, son peores.
Solo hay que revisar las redes sociales de un país para enterarse del ánimo de los ciudadanos que las consumen, como ocurre con las nuestras, donde exhiben una sociedad rota, que desecha la cultura general y gasta fuerzas en injurias, agravios y amenazas: la autodestrucción.
Tímidamente aparece ese tipo de humor reafirmante, en que las personas se ríen de sí mismas porque algo no les salió bien, o crean situaciones ficticias que simulan un infortunio, un desencuentro o mala racha, que a cualquiera le puede pasar, así que también estimula una identificación graciosa, sin groserías.
Lo que está claro es que todos, o casi todos, tenemos esa inevitable inclinación hacia el lado cómico de la vida, porque conlleva una sensación de huida de la realidad, aunque solo sea breve, fugaz, y funciona como un instrumento de defensa eficaz contra los episodios de la malaventura y el amargor de la vida.
El propio Julio Iglesias ha comentado sus memes, dice que los recibe de sus amigos y se mata de la risa, aunque, de vez en cuando, le llega uno ofensivo. Mañana termina el mes y seguro que fluirán sus imágenes con un resignado “Se nos va Julio”, para volver el próximo año, desafortunadamente, sin contagiar su inocuidad, para que disminuyera la confrontación habitual.