Mi primer artículo, 1990, fue sobre las carencias del Hospital Escuela, lo publicó EL HERALDO, mi medio de catarsis. Reaccionó el poder ordenándome por Oficio investigar e informar “causas, consecuencias y responsables”. Prototipo del funcionario jefe que no cumple su comisión. Pasaron 28 años y el hospital resiste la indiferencia, incapacidad e incompetencia de todos los gobiernos. Evidencia sin dudas.
Ante mis reclamos fui a audiencias de descargo y siendo director general durante el gobierno de Reina me despidieron del sistema de salud. Reintegrado por fallo legal, Maduro no toleró mis comentarios y nuevamente fui destituido.
Me hartó la soberbia, mediocridad y la maldita corrupción. Pedí mi cesantía para nunca más volver.
Nadie me contó, yo estaba ahí, viví durante 29 años el deterioro progresivo del Hospital Escuela, inaugurado en noviembre 1978 y funcionando desde marzo de 1979.
Al inicio todo bueno y suficiente, con el tiempo malo e insuficiente. Nunca hubo personal calificado en mantenimiento ni agilidad en la adquisición de repuestos. Menos reparaciones adecuadas. Equipo dañado es descartado. Mínima “vida útil”.
Los medicamentos, especializados y comunes, siempre faltaron, jamás se ha tenido un cuadro básico completo. El 80% de abastecimiento es repetido para conservar la chamba del “no hay y hasta mañana”. Hace mucho la demanda superó la oferta, más porque siendo el único hospital en Honduras con todas las especialidades recibe pacientes de otros centros que también por carestías, no pueden atenderlos. Años hablando lo mismo y nunca mejoraron las deficiencias hospitalarias. La masiva referencia convirtió al hospital en gran centro de salud sin soluciones prontas y reales y con mayores carencias sin soluciones viables.
Pasamos muchos directores y ministros sin lograr ninguna mejora sustancial. Los vicios ancestrales que en Salud son crímenes como la sectaria politización y la maldita corrupción han hecho estragos irreparables y si agregamos la indiferencia gubernamental como nombrar incapaces e ignorantes en cargos de decisión, no tenemos para cuándo mejorar. Las pruebas abundan y los presidentes lo saben. Lobo declaró conocer la corrupción en el IHSS y Salud, y calló. La justicia también. Es corrupto confeso que debe estar preso junto a otros gobernantes por corruptos e incapaces.
La Salud Pública está desquebrajada por improvisación, vandalismo político e incapacidad demostrable. Los señalados y conocidos ladrones disfrutan de buena salud económica en libertad, gracias a la corrupta justicia que protege delincuentes poderosos. ¿Por qué Señor Presidente?
La mala atención por desfase con los avances médicos mantienen al hospital haciendo medicina de guerra con evidentes riesgos para el enfermo y para el médico con su equipo de trabajo. La opinión pública y los medios de comunicación lo señalan con morbo sin darle crédito al personal que trabaja sin insumos y no denuncian su abandono irresponsable de quienes fueron comisionados para garantizar la salud del pueblo.
El médico debe exigir para servir mejor, no callar. El Colegio Médico alardea sin cumplir la obligación gremial de procurar una Honduras sana.
Nunca las comisiones han servido para nada, tardan sin resolver todo lo no hecho por los que comisionamos para gobernar. Un pueblo enfermo, ignorante y a lomo de mula, no progresa nunca. Por no cumplir nuestras obligaciones somos el “país de las eternas comisiones” sin soluciones.