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Era asunto de tiempo. El que asumiera la titularidad del BID lo haría como parte de un proceso rutinario, si así lo decidía. Las circunstancias lo han adelantado. Continuará brillando en cualquier escenario que se lo proponga. Nuestra compatriota Reina Irene Mejía Chacón es la presidenta del Banco Interamericano de Desarrollo.

Honra a nuestra Patria y sobresale en el concierto de las naciones con la gentileza que la caracteriza. Para recordarnos que una vida dedicada al estudio, a la laboriosidad y a la responsabilidad social es reconocida sin importar cómo los embates que los egoísmos, propios de estos lares, traten de impedirlo. Toda su capacidad profesional y compromiso ciudadanos manifestados en diversos ámbitos de la vida nacional, traspasa fronteras y a base de méritos destacados asume una posición con la que enaltece a su familia, a la Patria y específicamente a la mujer hondureña.

Es de destacar que en un país en donde a través del tiempo y por lo general las mujeres asumen cargos importantes de autoridad, con los que podrían contribuir al empoderamiento de la mujer, de sus congéneres, no lo hacen. En contraposición, pretenden invisibilizar o ignoran la contribución de tantas mujeres, la mayoría anónimas, que les han posibilitado con sus sacrificios el acceso a posiciones de poder. Pasan a ser versiones machistas, caricaturas de virilidad, en su comportamiento egoísta hacia otras mujeres y hasta en la elección de sus atuendos.

Asumen el poder y las otras mujeres les parecen amenazas a combatir, en vez de aliadas con las que unirse, apoyar para escalar. Para beneficio de todos los demás. Para el bien común. El caso de Reina Irene Mejía es distinto: en las posiciones en que se ha distinguido, en todas por su talento y esfuerzo, ha propiciado el fortalecimiento del liderazgo empresarial de las mujeres. Como debe ser.

Como se espera de mujeres brillantes, quienes entienden el poder como medio de servir a los demás y mejorar sus condiciones de vida. ¡Enhorabuena!