Columnistas

Reformas electorales, transparencia y credibilidad

El proceso electoral interno y la elección general están a la vuelta de la esquina y los políticos todavía no se ponen de acuerdo con las reformas políticas electorales, ¿por qué?

La democracia demanda transparencia, rendición de cuentas para alcanzar un nivel de sostenibilidad. Los políticos deben entender eso. Solo aquellos que no tienen interés en vivir en una sociedad armónica seguirán condicionando los cambios al dame y te doy, una vieja e inaceptable costumbre.

Las reformas electorales --como eso de poner un tope al financiamiento de las campañas-- son básicas para la credibilidad de las elecciones, pero así como están actualmente enredando las cosas queda la sospecha de intereses maquiavélicos detrás de todo ello.

Condicionar el fomento de la transparencia y la rendición de cuentas de los procesos electorales a una reelección presidencial es una irresponsabilidad fomentada por una Sala de lo Constitucional y una Corte Suprema de Justicia que se entrometió en un asunto político.

No está bien que por andar persiguiendo ambiciones personales o de grupo lleguemos a tener un vacío de poder o un enfrentamiento que no va a dejar réditos para nadie.

Por esas malas costumbres, los electores ya no creen en nadie. En el pasado proceso electoral general, dos nuevos partidos políticos alcanzaron un buen porcentaje de presentaciones local y a nivel del Congreso Nacional, sin embargo estos representantes terminaron desgarrando a sus propios partidos.

Pienso que Honduras va a tener buenos políticos cuando los partidos tengan escuelas de liderazgo muy serias, donde se les enseñe a hacer las cosas bien. No es autorizando partiditos o iniciativas particulares para que ayuden en las triquiñuelas de burlarse de la opinión pública que vamos a tener políticos responsables.

Honduras actualmente tiene una situación social y económica muy complicada y no se debe seguir jugando con las reformas electorales, creando una crisis innecesaria, así como una amenaza para el sistema democrático, que no es perfecto, pero es perfectible, si nuestros políticos lo entendieran.

*Empresario