Columnistas

Pactos con el diablo

Mientras que en la Corte del Distrito Sur de Nueva York se despedaza a la argolla política de nuestro país, acusada y embarrada de corrupción y tráfico de drogas, en el más oscuro episodio de toda la calaña de políticos; en Honduras, se sientan, comen y se regocijan en sus empalagosos deleites del pacto de impunidad, servido en los curules del Congreso Nacional... Donde parece que no llegan las transmisiones de la vergüenza política de este país desde el norte.

Se reunieron, se abrazaron y perdonaron de emergencia, los que hasta hace unos días se odiaban, pero claro está que el temor, el cinismo y la corrupción une a los bandidos frente a los señalamientos realizados durante el juicio por narcotráfico del expresidente Juan Orlando Hernández en una chanfaina de culpables desde NY.

Con la alianza de estrategias y marañas de madrigueras para elegir autoridades de cinco instituciones en combo feliz, donde se atiborró el tripartidismo en un festín para colocar sus piezas en el Ministerio Público, TSC, Unidad de Política Limpia, Tribunal de Justicia Electoral y el IAIP, en un nuevo pacto de impunidad, servido a la carta en el Congreso Nacional de Honduras.

El Partido Nacional, el Partido Liberal y Libertad y Refundación no solo han debilitado las instituciones democráticas, sino que las han secuestrado. Cuando ostentan el poder se escudan en acuerdos secretos para protegerse de la justicia, así es como la confianza en el sistema se derrumba y el Estado de derecho se convierte en una farsa.

Estos acuerdos no son más que un blindaje a los corruptos. Se escudan en tecnicismos legales, reformas amañadas y tráfico de influencias para evitar responder por sus actos. Mientras tanto, la sociedad queda a merced de una clase política insaciable, delictiva y cínica.

Históricamente, las consecuencias de estos pactos son devastadoras. La impunidad desde hace más de 100 años en este país ha generado un caldo de cultivo para la corrupción, socavando las bases del desarrollo económico y social. Con una ciudadanía privada de justicia, mientras que los responsables de delitos graves se pasean con total impunidad y hasta son “bendecidos” como los nuevos reyes del carnaval del poder público.

Es así como más allá de las cúpulas de los partidos, llega la proliferación de grupos de la delincuencia organizada, como efecto de una justicia torcida y aniquilada.

Es trascendental, por lo tanto, conocer y profundizar en el funcionamiento del pacto de impunidad, y los mecanismos que se utilizan, entre políticos opositores y dueños del poder, correspondencia entre uno y el otro, para someter la voluntad popular en el engranaje del autoritarismo e ilegalidades en una red de vinculaciones clientelares desde el mal ejemplo de la ilegal junta directiva del Legislativo, como oficina tramitadora del Ejecutivo, donde desemboca la corrupción en diversas causas de orden social, político, administrativo y ético, relacionadas con el manejo del poder, creando un sistema de abusos en la escala de valores de la sociedad, impunidad en la administración de justicia y todos los silencios administrativos y políticos que allí se oculta.

Este pacto con el diablo es una coalición entre corrupción y poder, es un pacto para la polarización de la opinión pública y que, de manera voraz, busca deslegitimar cualquier acusación desde las tribunas internacionales, de paso establecer el infierno impune de los elegidos VIP para que la Comisión Internacional contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (CICIH) nunca venga.

Eso es lo que se quiere decir entre líneas, pero todos sabemos que hay otras leyes escondidas para ser suprimidas, esa es la finalidad de esta cúpula que no quieren ser los próximos pasajeros con destino a Nueva York.