Nosotros sentimos cierta aversión sobre nuestros ascendientes que navegando en dos carabelas y una Noa llegaron a las tierras de lo que más tarde llamarían América en honor de Américo Vespucio y no el nombre del almirante que puso al descubierto estas tierras desconocidas para los habitantes de lo que se llama “viejo mundo”.
Fue esa mañana de un 12 de octubre de 1492 cuando el almirante, bajo el estandarte de los reyes españoles, “toma” posesión de estas tierras, robo descarado a los aborígenes que vivían en las islas del Mar Caribe, los españoles pensaban que con solo el hecho de pisar la tierra esta se convertía ipso facto en posesión de la corona española. Nuestros antepasados llegaron a expoliar todas las riquezas que encontrasen a su paso desde personas, flora, fauna y las riquezas de la tierra.
Más no fue un descubrimiento lo que sucedió, fue simplemente la apertura de un gran intercambio culturo-comercial, ya que el mundo descubre ricas culturas avanzadas en muchos aspectos que las ciudades medievales no poseían ya que en las culturas mesoamericanas la higiene era fundamental, el cuidado de los ecosistemas, la construcción de inmensas urbes que poseían una estructura que hacía funcionar suavemente el engranaje social, además poseían el conocimiento del cero y en la astronomía eran fantásticos que se ha descubierto que las ciudades están orientadas hacia la bóveda celeste siguiendo patrones astronómicos, la calidad del arte así como la escritura que poseían.
Como culturas eran similares a todas las humanas siempre adorando a deidades, daban su vida como don preciado para hacer crecer los sembradíos, hacer caer la lluvia, creían en el misticismo y conocían eventos astronómicos como los eclipses solares, el intercambio abrió un mundo de realidades desconocidas, porque en América no se conocían la pólvora, la brújula, el ganado vacuno ni caballar; algodón, cebada, trigo, hierro, y en Europa no se conocía el cacao, el el maíz, la patata, el boniato, la habichuela, el tomate, el pimiento, el girasol, el pavo, etc.
Además de la fundación de villas, aldeas, pueblos y ciudades, por parte de los españoles trajeron la exquisita lengua española que se fue ampliando a medida que nuevas palabras se introducían por los vocablos de las lenguas habladas aquí en América, asimilando los aborígenes la nueva religión que era impuesta a través de la cruz y la espada, para ello se tenía un séquito de curas y monjas, que evangelizando a través de los dogmas que aún subsisten, fueron cambiando los dioses que los nativos tenían en América y les destruyeron los templos de adoración para levantar capillas y santuarios en honor de los nuevos dioses.
Los indios sometidos se fueron reduciendo, ya que las enfermedades que trajeron los conquistadores provocaron que pueblos enteros fueron casi consumidos por la viruela, el sarampión, la sífilis, la tuberculosis, la gripe, el tifus o la fiebre amarilla, que fueron los grandes asesinos de españoles e indios, porque las ciudades crecieron y se desataron pandemias de cólera tifus y fiebre amarilla.
España se impuso a través de sus armas que causaban horror a los aborígenes que creían que estos hombres blancos y barbados podían dominar el rayo, el trueno; que podían asesinar desde lejos con armas que lanzaban llamas al ser explosionadas. Sometieron a servidumbre a los nativos, los hicieron esclavos y eran éstos los que extraían los minerales de las minas, los que a las orillas de los ríos, batea en mano, sacaban pepitas ya que la fiebre aurífera fue primordial en los tesoros de los españoles.
La conquista se extendió desde lo que hoy es parte de los Estados Unidos de Norteamérica con territorios como Nevada, California, Texas, Colorado, pasando por la América Central y llegando hasta la Tierra del Fuego donde un atrevido navegante llamado Fernando de Magallanes, desafiando la inclemencia del temporal de esas latitudes, llegó al inmenso océano descubierto por Vasco Núñez de Balboa abriendo consigo las puertas de ambos Océanos y el camino para circunnavegar el mundo.
Después de más 500 años de ocupación española y portuguesa en tierras americanas se llevó a cabo el mestizaje tanto de los españoles con indígenas, aparecieron los mulatos, castizos y moriscos, las lenguas nativas fueron reducidas a minorías y se impuso el castellano, las tradiciones culturales se implementaron en celebraciones de corte europeo, así como diversas comidas condimentadas con el chile y el jitomate. Se impuso nuevos estilos de vestimenta y las prácticas de la medicina fueron dando paso a novedosos métodos que tenían los indios para la cura de la malaria, la trepanación de la cabeza para operar tumores, así como la cocción de plantas medicinales y la aplicación de ungüentos para combatir la artritis.
La simbiosis de las culturas es un coctel que aún vivimos asimilando, muchos de los prejuicios conviven con nosotros cuando peyorativamente llamamos “indio” tanto al aborigen como a aquellos que nacieron en el campo fuera de la parte urbana y que mantiene palabras utilizadas en el español arcaico como “naide”, “haiga”, “agora” “cuasi”, etc. Aún pervive el sincretismo en muchos pueblos que adoptaron la religión cristiana pero que no abandonaron sus creencias religiosas de sus antepasados, a pesar de que los pueblos de las Américas obtuvieron su independencia y habiendo sido colonias donde se dejó el germen de la península ibérica a los españoles se les hace difícil dejar sus viejas costumbres de llamar criollos a los nacidos de españoles en las Américas, nos llaman indios, esclavos, y demás.
La conquista abrió un camino de comercio, se intercambiaron fauna, flora, minerales, la lengua española se impuso en la Hispania parlante, el credo cristiano se impuso como nueva religión, hoy los hijos de los españoles que se aventuraron por el mar incognito aún sufren de supersticiones, creen en duendes, en el cadejo, en la llorona, salen a peregrinaciones en Semana Santa y no comen carne de res y solo comen pescado para esa ocasión, se le rinde pleitesía al clero que nos impone que los políticos son puestos por la voluntad de dios y se cree en el limbo y el purgatorio.
Somos de costumbres arraigadas por siglos de sometimiento, más Colón nunca pensó que había “descubierto” un nuevo mundo y que aquella osadía sería la más recordada por la humanidad.
Fue esa mañana de un 12 de octubre de 1492 cuando el almirante, bajo el estandarte de los reyes españoles, “toma” posesión de estas tierras, robo descarado a los aborígenes que vivían en las islas del Mar Caribe, los españoles pensaban que con solo el hecho de pisar la tierra esta se convertía ipso facto en posesión de la corona española. Nuestros antepasados llegaron a expoliar todas las riquezas que encontrasen a su paso desde personas, flora, fauna y las riquezas de la tierra.
Más no fue un descubrimiento lo que sucedió, fue simplemente la apertura de un gran intercambio culturo-comercial, ya que el mundo descubre ricas culturas avanzadas en muchos aspectos que las ciudades medievales no poseían ya que en las culturas mesoamericanas la higiene era fundamental, el cuidado de los ecosistemas, la construcción de inmensas urbes que poseían una estructura que hacía funcionar suavemente el engranaje social, además poseían el conocimiento del cero y en la astronomía eran fantásticos que se ha descubierto que las ciudades están orientadas hacia la bóveda celeste siguiendo patrones astronómicos, la calidad del arte así como la escritura que poseían.
Como culturas eran similares a todas las humanas siempre adorando a deidades, daban su vida como don preciado para hacer crecer los sembradíos, hacer caer la lluvia, creían en el misticismo y conocían eventos astronómicos como los eclipses solares, el intercambio abrió un mundo de realidades desconocidas, porque en América no se conocían la pólvora, la brújula, el ganado vacuno ni caballar; algodón, cebada, trigo, hierro, y en Europa no se conocía el cacao, el el maíz, la patata, el boniato, la habichuela, el tomate, el pimiento, el girasol, el pavo, etc.
Además de la fundación de villas, aldeas, pueblos y ciudades, por parte de los españoles trajeron la exquisita lengua española que se fue ampliando a medida que nuevas palabras se introducían por los vocablos de las lenguas habladas aquí en América, asimilando los aborígenes la nueva religión que era impuesta a través de la cruz y la espada, para ello se tenía un séquito de curas y monjas, que evangelizando a través de los dogmas que aún subsisten, fueron cambiando los dioses que los nativos tenían en América y les destruyeron los templos de adoración para levantar capillas y santuarios en honor de los nuevos dioses.
Los indios sometidos se fueron reduciendo, ya que las enfermedades que trajeron los conquistadores provocaron que pueblos enteros fueron casi consumidos por la viruela, el sarampión, la sífilis, la tuberculosis, la gripe, el tifus o la fiebre amarilla, que fueron los grandes asesinos de españoles e indios, porque las ciudades crecieron y se desataron pandemias de cólera tifus y fiebre amarilla.
España se impuso a través de sus armas que causaban horror a los aborígenes que creían que estos hombres blancos y barbados podían dominar el rayo, el trueno; que podían asesinar desde lejos con armas que lanzaban llamas al ser explosionadas. Sometieron a servidumbre a los nativos, los hicieron esclavos y eran éstos los que extraían los minerales de las minas, los que a las orillas de los ríos, batea en mano, sacaban pepitas ya que la fiebre aurífera fue primordial en los tesoros de los españoles.
La conquista se extendió desde lo que hoy es parte de los Estados Unidos de Norteamérica con territorios como Nevada, California, Texas, Colorado, pasando por la América Central y llegando hasta la Tierra del Fuego donde un atrevido navegante llamado Fernando de Magallanes, desafiando la inclemencia del temporal de esas latitudes, llegó al inmenso océano descubierto por Vasco Núñez de Balboa abriendo consigo las puertas de ambos Océanos y el camino para circunnavegar el mundo.
Después de más 500 años de ocupación española y portuguesa en tierras americanas se llevó a cabo el mestizaje tanto de los españoles con indígenas, aparecieron los mulatos, castizos y moriscos, las lenguas nativas fueron reducidas a minorías y se impuso el castellano, las tradiciones culturales se implementaron en celebraciones de corte europeo, así como diversas comidas condimentadas con el chile y el jitomate. Se impuso nuevos estilos de vestimenta y las prácticas de la medicina fueron dando paso a novedosos métodos que tenían los indios para la cura de la malaria, la trepanación de la cabeza para operar tumores, así como la cocción de plantas medicinales y la aplicación de ungüentos para combatir la artritis.
La simbiosis de las culturas es un coctel que aún vivimos asimilando, muchos de los prejuicios conviven con nosotros cuando peyorativamente llamamos “indio” tanto al aborigen como a aquellos que nacieron en el campo fuera de la parte urbana y que mantiene palabras utilizadas en el español arcaico como “naide”, “haiga”, “agora” “cuasi”, etc. Aún pervive el sincretismo en muchos pueblos que adoptaron la religión cristiana pero que no abandonaron sus creencias religiosas de sus antepasados, a pesar de que los pueblos de las Américas obtuvieron su independencia y habiendo sido colonias donde se dejó el germen de la península ibérica a los españoles se les hace difícil dejar sus viejas costumbres de llamar criollos a los nacidos de españoles en las Américas, nos llaman indios, esclavos, y demás.
La conquista abrió un camino de comercio, se intercambiaron fauna, flora, minerales, la lengua española se impuso en la Hispania parlante, el credo cristiano se impuso como nueva religión, hoy los hijos de los españoles que se aventuraron por el mar incognito aún sufren de supersticiones, creen en duendes, en el cadejo, en la llorona, salen a peregrinaciones en Semana Santa y no comen carne de res y solo comen pescado para esa ocasión, se le rinde pleitesía al clero que nos impone que los políticos son puestos por la voluntad de dios y se cree en el limbo y el purgatorio.
Somos de costumbres arraigadas por siglos de sometimiento, más Colón nunca pensó que había “descubierto” un nuevo mundo y que aquella osadía sería la más recordada por la humanidad.