Uno de los factores determinantes en el comportamiento de los humanos es el “temor”. Las personas siempre valoran el riesgo implícito en cualquier acción a tomar y es el miedo de fracasar o a sufrir una lesión personal o un daño físico o moral, lo que los hace desistir o enfrentar los retos sin que importen las consecuencias.
El diccionario define el término “perverso” como aquella persona que obra conscientemente con maldad y disfruta de ello. Los sinónimos de “perverso” son: malicioso, malvado, perjudicial, pillo, maligno, nocivo, malo, pérfido, pícaro y otros calificativos. La condición de perverso ha ido mutando en el transcurso de los tiempos. En la era medieval, la Santa Inquisición destrozó el despertar intelectual de la humanidad. Escudándose en la protección de la fe y de la infalibilidad de la iglesia, muchísimos humanos terminaron sus vidas en las hogueras, se pudrieron en las ergástulas, o tuvieron que abandonar bienes y seres queridos para guarecerse en tierras extrañas.
La nación norteamericana nació y creció precisamente con el flujo de peregrinos que huían al nuevo continente, escapando de la represión religiosa europea. Se terminaron las hogueras, la guillotina desapareció con la decapitación de su inventor, pero las masas siguen emigrando de sus tierras por el azote de los fenómenos naturales o por la incapacidad de sus gobernantes para crear condiciones idóneas para el desarrollo humano de esos pueblos; otros miles abandonan sus hogares, solos o en caravanas, porque rebasaron los límites de su tolerancia de la represión política, la explotación económica y el marginamiento social. Esta degradación de las condiciones de vida, por la irresponsabilidad de minúsculos grupos que llegan a ostentar, legal o ilegalmente, el poder real o el poder fáctico, es lo que provoca el éxodo masivo. Estos grupos, por lo general invisibles o disfrazados de nobles señores, logran pasar desapercibidos y son duchos en esquivar el señalamiento condenatorio de la sociedad. En esta categoría caen algunos pocos, pero grandes empresarios, financistas, dirigentes sindicales y gremiales, desgastados pero diestros, como las rémoras, para nadar sobre el lomo de los tiburones, beneficiándose del terror que estos infunden en los pequeños pececitos que nadan en sus alrededores.
Advierto, que, si este preámbulo tiene alguna similitud con el comportamiento de algún personaje de la farándula política nacional es pura coincidencia.
En Honduras, desde hace varios años se incuba un nuevo tipo de “perversidad” que la población ha soportado con dolor pero con mucho estoicismo. La tragicomedia, del teatro montado grotescamente alrededor de los acontecimientos mas importantes del año 2021; como son la pandemia, la reconstrucción; las elecciones internas y generales y el combate a la corrupción, no puede ocultar el manto de abuso, que cubre casi todas las acciones de las fuerzas políticas perversas y dominantes. La demora de la Ley Electoral, los intolerables cerrojos, para el libre y transparente ejercicio de los derechos ciudadanos, particularmente los relativos a la elección de los gobernantes; el encubrimiento técnico descarado de los casos de flagrante corrupción y, sobre todas las cosas, los nubarrones que presagian un intolerable continuismo de los funestos personajes que hoy le provocan tanto sufrimiento y vergüenza al pueblo. Esto sencillamente es “Neo-Perversidad Política”, no nos engañemos.