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Molony y amigos

Era un “soldado de fortuna”, o mercenario, pues en 1901 había servido con la tropa británica que dominó la colonia sudafricana El Cabo, y con la caballería norteamericana en Filipinas (1905). Fue peón de batalla en Nicaragua cuando la revolución de Estrada contra Zelaya (1909) y en la de Manuel Bonilla (1910). Excepto que al fallar esta y huir regresó a Honduras a bordo de la expedición del Hornet, quedándose acá triunfador hasta 1914.

Tras ese momento se enlista en la artillería estadounidense y pasa a combatir en la frontera mexicana (1916), de donde marcha a la primera guerra mundial, estacionado en Francia y Alemania hasta 1919. De 1921 a 1925 fue superintendente de policía en Nueva Orleans, “no muy bueno” reconoce este actor que la historia conoce como Guy Ross Molony, nacido en Luisiana en 1884.

Para 1925 está otra vez en Honduras en negocios de molienda de arroz, aunque tiene energía para ayudar al general Tiburcio Carías a aplastar la revolución de 1932. Años luego contribuye a derrotar a Sandino y se integra por breve tiempo a la segunda guerra mundial. En sus “Memorias”, depositadas en la Universidad de Tulane, surge de una de sus copias, gentilmente donada por el Dr. Darío Euraque, la cruel fantasía de este hombre que no renegaba del apodo de mercenario, aunque juraba y atestiguaba no haber ganado más dineros que un soldado raso.

Lo interesante de la aventura, afirma Molony, fueron los amigos que conoció. Manuel Bonilla es su preferido, pues gratificó su intrepidez, lealtad y valentía; o el también general nica Emiliano Chamorro y la familia Abram (Abraham) de Choluteca, de la que aporta datos inciertos, o el legendario Lee Winfield Christmas, militar de carrera que venía también en el Hornet pero más conocido por dirigir la invasión conservadora y bonillista a Roatán y La Ceiba y por haber liderado, con auspicio de compañías bananeras, la disolución ilegal del congreso en 1904.Conoció a Pedro González, muerto en San Pedro Sula cuando la revolución de 1919, y similar a Joseph Milner, de quien da pocos datos excepto haber sido soldado de la Unión y pelear en Honduras. O al osado castrense Martínez Funes, a quien acompañó en la batalla de 1932 en la misma urbe. Más varios gringos olvidados, como Paul Renfrew y Ed MacLaurie, ferrocarrileros (como Christmas) y seguidores de Bonilla, del mismo modo que un alemán, Fred Budde (apellido que sobrevive en la costa norte, con una sola d), Frank y Jake Imboden (apellido igual existente), confederados que lanzaron sus tiros en el Valle de Sula. O el único capitán pianista, Gordon Higland, quien junto a Cecil Walker Leigh quizás estén enterrados en el camposanto sampedrano, o su amigo Jack Amrstrong, cónsul británico gerente de UFCo que casó con hondureña, como igual Molony lo fue de cervecería hondureña, quien duda que con beneplácito de los Vaccaro.

Importante fue el médico S. M. Waller, de grato recuerdo en la ciudad; Bertie Cecil, que instaló un servicio telegráfico y Lowell Yerez, zelandés, impulsor de la aviación civil y guerrera.

Mario Argueta, Mariñas Otero y José Leonardo Urquía, con diez más valiosos historiadores, han tenido en sus manos esta moneda redonda e inestable llamada Molony y que rueda incansable por el imaginario nacional.