Columnistas

Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico... Lucas 16:19-21.

Cuánta pobreza nos abraza, cada día nos aprieta como si fuese una boa constrictora, para el año 2021 según estadísticas el 73.6% de los hogares de los hondureños viven en pobreza, de ese porcentaje el 53.7% vive en extrema pobreza y un 19.9 en pobreza relativa, eso significa que 6.3 millones forman parte de dichas estadísticas. Mas dicho problema se presenta en los países donde la corrupción e impunidad ha llegado a sentarse en la gobernanza de dichas naciones, casi todos presentan los mismos signos: desigualdad social, saqueo de los fondos públicos, la no aplicación de la justicia a los malhechores, indiferencia social sobre los que hacen, apoyo político hacia los mismos delincuentes de cuello blanco permitiéndoles volverse a reelegir, usufructo del erario público a intereses familiares y demás, exoneración excesiva a empresas que no cumplen sus cometidos, justicia tardía, violación de las leyes principales y secundarias, sobornos de y hacia empresarios y funcionarios públicos.

En pocas palabras un país podrido donde el bien común duerme el sueño de los justos porque es bien común que los corruptos tejen sus telas a su medida y gusto ya que el capital de los grupos de poder ponen y quitan a personas que les deberán favores y se harán de oídos sordos y engavetarán sus hechos delictivos.

Un pueblo embrutecido por falta de abecedario, escuálido por una salud raquítica y mala alimentación son manejables para sus intereses ya que a falta de oportunidades siempre se verán como mendigos solicitando una bolsa solidaria, un pescado por año en vez de enseñarles a pescar para que prosperen ya sea faenando, dando valor agregado a todas sus empresas para hacerlos productivos y den al país una mejor situación económica a través del pago de muchos impuestos porque habrán generado mayor riqueza.

Migajas de los elevados presupuestos derrochados en francachelas, en la remodelación de oficinas costosas, en viajes de grandes comitivas, en el abuso de los carros estatales, en mandar al extranjero a ineptos como embajadores ganando grandes y jugosos salarios, mas al pueblo migajas le llegan: un pequeño puente, una reparación de un camino de herradura, una pequeña merienda que a veces llega y otras no, un programa de ayuda solidaria ineficiente y argollada; no hay comedores infantiles, casas de leche y cereal, bibliotecas, teatros, más canchas deportivas, más recreación, ayuda a la tercera edad a través de casas hogares, rescate de personas viciosas, falta de combate a las drogas, mejores mercados, sistemas de farmacias con precios justos; la lista es grande, las oportunidades, pocas.

Migajas son las que recogemos, migajas de mentiras tiradas al viento que la lleva y la extravía en los discursos fútiles de mentirosos que hablan y prometen bonito, migajas regadas como si fuésemos pordioseros porque los millones, sí hermano mío, son millones y no miles de pordioseros que vamos careciendo de tener una vida que llene las expectativas.