Columnistas

Meritoria proyección cultural

Dos compatriotas han invertido fondos propios para imprimir y reimprimir obras acerca de nuestro país, hoy agotadas y por tanto muy difícil de adquirir y leer. Ambos son ingenieros y milites en situación de retiro, con alta identificación con la bibliografía: Ramón Rosa Izaguirre y José Azcona Bocock.

El primero aprovechó su estadía como Agregado Militar en Washington para ubicar en los U.S. National Archives documentación relativa a Honduras, lo que le permitió editar estos titulos: “A lomo de mula”, “Historia documentada de las Fuerzas Armadas de Honduras”, “Potencias en conflicto’, “Aventuras de un mercenario en Honduras”, “Sandino y los U.S. Marines”, Bay Islands History, “1858-1895”, “Extranjeros hacia Tegucigalpa”.

El segundo, recién ha reimpreso: “La botica del pueblo”, “Flora medicinal de Honduras”, por Francisco Cruz, “Nombres geográficos indígenas de la República de Honduras”, por Alberto Membreño, “Censo General de la República de Honduras 1887 con cuadros y análisis”, “Compendio de la historia social y política de Honduras, aumentada con los principales acontecimientos de Centroamérica”, ambos por Antonio R. Vallejo, “Política y revoluciones de Honduras, (1890-1892)”, por César Lagos, “Apuntes para la Historia de Honduras’, por Robustiano Vera y ‘Filibusteros y ferrocarriles: la turbulencia infancia de Honduras, despachos de archivo, 1845-1873”.

Antes de que concluya este año presentará dos títulos adicionales, sumando nueve títulos.

En el curso de este año, ya en su último trimestre, Azcona editará dos libros adicionales: “Honduras, tierra de grandes profundidades”, por Cecil Charles (publicado originalmente en 1890), y “Viaje de una dama por Honduras” por Mary Lester, bajo el seudónimo María Soltera (impreso en 1884). De modo que contaremos con nueve reediciones, gracias a la generosidad de este sobresaliente empresario. Los interesados en adquirirlos los encontraran en Librería Guaymuras.

Así, tanto Izaguirre como Azcona retoman una hermosa tradición precedida por el también bibliófilo, Don Jorge Fidel Durón, quien año tras año publicaba en diario El Día, lo impreso en el país durante un año específico. Además publicó un útil Anuario Bibliográfico, posteriormente retomado por la Biblioteca Nacional, lamentablemente fue descontinuada esta valiosa obra de control bibliográfico.

Que este artículo represente un reconocimiento público a estos dos meritorios compatriotas que, utilizando fondos personales, los dedican a la promoción cultural. Lo menos con que podemos contribuir los lectores es adquiriendo las distintas obras que han reeditado. Ojalá que otros compatriotas, al igual que instituciones, imiten este hermoso y patriótico ejemplo.

Este hermoso ejemplo de dos hondureños debería ser imitado por el sector público y privado (especialmente el financiero), de manera permanente, como una forma de proyectarse hacia la comunidad lectora en sus distintos niveles y consolidar su imagen corporativa como empresas solidarias con lo cultural.