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La élite hondureña

Pese a su relevancia, esta temática no ha sido investigada suficientemente. Los estudios pioneros de Antonio Murga Frasinetti, de Darío A. Euraque, “El capitalismo de San Pedro Sula y la historia política hondureña, (1870-1972)”, “Estado, poder, nacionalidad y raza en la historia de Honduras: ensayos”; “Honduras, poderes fácticos y sistema político”, por Víctor Meza, constituyen aportes fundamentales.

Más recientemente, las contribuciones del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi) y del Foro Social de la Deuda Externa de Honduras (Fosdeh).

La composición de las élites locales no ha permanecido estática, se ha ampliado y fortalecido con la presencia de inmigrantes procedentes de Europa y el Medio Oriente. A nivel regional, El Salvador, Guatemala y Panamá invierten en Honduras.

Distintos gobiernos han emitido legislación tendiente a la protección del sector industrial, comercial y agropecuario nacional, a partir de la administración Gálvez, cuando se inició la anhelada diversificación de las exportaciones para no depender de un monoproducto y un monomercado: el banano, bajo control extranjero merced a la excesivamente generosa política concesionaria otorgada desde inicios del siglo XX, lo que el historiador Euraque llama el “Estado concesionario”, entendido como el que fomenta la inversión y no cobra impuestos, con sacrificios fiscales para las arcas públicas y ventajas excesivas para el capital transnacional, que ha forjado crecientes vínculos con el capital local en telecomunicaciones, maquila, alimentos procesados, energía.

Paralelamente, el otorgamiento de dispensas y exenciones tributarias a sectores específicos poseedores de influencia política, en los tres poderes estatales, además de “ajustes estructurales de la economía” que recargan la carga tributaria en el consumo y no en las ganancias de capital, con un marcado carácter regresivo y no progresivo.

El impuesto sobre ventas pasó del 5% al 12%.La política de sustitución de importaciones, la integración económica centroamericana, ambas estimuladas por la Cepal, pretendieron ampliar y fortalecer el reducido mercado local, en tanto programas de reforma agraria buscaron aumentar el poder adquisitivo de la población rural, descartados a partir de la década de los novecientos noventas con la aplicación del arquetipo neoliberal, que privatizó empresas públicas para venderlas a precios muy inferiores a su valor real a particulares, una de las fuentes de corrupción y tráfico de influencias, incrementó la desigualdad económica y social, al punto que actualmente 2/3 de nuestros compatriotas viven en pobreza e incluso en miseria, urbana y rural, crecientes conflictos alrededor del acceso a la tierra, éxodos poblacionales masivos al exterior, alza en niveles delincuenciales.

Pese a legislación favorable, tanto la creación de empleos como de productividad permanecen bajos, aún a nivel centroamericano, constituyendo la pequeña y mediana empresa, carente de igual trato preferencial, quienes generan el mayor número de fuentes de trabajo