La justicia es la puerta de entrada, de cualquier sociedad, a estadios superiores de desarrollo humano.
Sin justicia, jamás habrá superación social, desarrollo económico o estabilidad.
Sin justicia no habrá armonía social y sin esta, decía Confucio, jamás habrá la paz que se requiere para el desarrollo humano.
Es por ello que todo sistema democrático fija su atención en la estructuración de un Poder Judicial totalmente independiente de influencias externas, con jueces probos, capaces, íntegros, de una sola pieza, indoblegables ante toda clase de presiones, sometidos únicamente a los dictados de su conciencia y a los lineamientos que le dicta la sabiduría producto de su experiencia.
En los países subdesarrollados, la aplicación de justicia suele reflejar los vicios del modelo de gobernanza que sufre la población; también los trazos de la imposición política, la exclusión económica y el marginamiento social a que están sometidos los pueblos (serpiente que solo pica los pies descalzos).
En Honduras, por siglos, la población ha clamado por la estructuración de un sistema que sea garante de todos sus derechos: humanos, civiles, políticos, culturales y ambientales, pero nuestros esfuerzos han sido cooptados por un modelo de imposición política partidaria que ha encontrado en muchos operadores de justicia, instrumentos fieles, “obedientes y no deliberantes” con los cuales afianzan sus mezquinos intereses.
Los esfuerzos que se hicieron hace algunos años, con el beneplácito de la sociedad civil, para adecentar todo el sistema operador de justicia se fue debilitando frente a la intromisión de los partidos tradicionales que siguieron repartiéndose la Corte como pastel de cumpleaños.
Hoy, con el proceso de la elección de una nueva Corte Suprema que todos los hondureños confiamos en que se superen las diferencias políticas, el pueblo exige que los escogidos hagan honor a su juramento de ser fieles solamente a la República; a su Constitución y a sus leyes y no a sus partidos políticos.
Los magistrados deben rechazar a toda costa las insinuaciones de favor que provengan de los grupos de poder, de los dirigentes de los partidos políticos, de los titulares de otros poderes del Estado, de sus amigos.
*Empresario y analista