Columnistas

Honduras entre llamas

Más allá de los incendios políticos que han dejado los corruptos en las brasas ardientes de la ideología tanto de izquierda como de derecha, incinerada en las luchas estériles en contra del poder, así de esos vestigios del país; en ese sentido, ha barrido con un aumento de 5,000 hectáreas de arboleda y pasto que han sido destruidas por los desastres en los primeros meses de este infernal año. Hasta hoy son más de 165 catástrofes forestales las que han arrasado con la riqueza de la flora.

De la misma manera se pierde anualmente hasta 60,000 y 70,000 hectáreas por la tala ilegal, entre otras causas, donde en muchos casos los fuegos son provocados por la salvaje e impune mano criminal del Estado.

El impacto es brutal de esta tragedia ambiental que trasciende límites tridimensionales que superan la barbarie, resulta con pérdidas desérticas en la escala humana del tiempo, que nunca más volveremos a tener ni la sombra de la vida que ha sido arrancada de la naturaleza.

Y no es un simple pino o arbusto lo que se quema, es mucho más que árboles. Es el oxígeno, por una cultura donde no somos capaces de comprender y valorar a la naturaleza, por lo que hemos roto un puente elemental en la convivencia humana. Este pueblo está deshabitado por la hoguera y nadie de las autoridades ni con las pasmosas desidias de los legisladores, no levantan ni la mano ni la conciencia a fin de endurecer las penas a los incendiarios, de todos modos, los palos no votan.

De igual forma, la justicia ha sido arrasada por las llamaradas donde no hay acusados por las hogueras forestales. Este tipo de actos deben ser juzgados por una ley que arda en la conciencia de los códigos penales. Los pavorosos crímenes de este mal ponen en peligro la vida humana y afectan a bienes materiales y fauna. La amenaza a la vida humana es latente, jamás habrá una recuperación vegetal nativa, ya que el bosque templado húmedo se pierde para siempre.

Frente a este escenario, el territorio posee aún importantes áreas verde, o al menos renovable. Sin embargo, su conservación es amenazada todos los días, por una jauría de “licencias” y feroces explotaciones ilegales. Este delito debería tipificarse como de lesa humanidad y debería sufrir las penas del infierno, con la aportación obligada en la reforestación y reconstitución del sistema ecológico, hasta la imposible recuperación del medio natural de la biósfera. Los asesinos de estas fuentes de vida, merecen pena capital. Esta es una de las naciones más vulnerables ante las devastaciones naturales y humanas, es un decir, de estos salvajes de la destrucción, donde nunca hay una investigación definitiva de las causas, porque es muy fácil culpar al cambio climático, cuyo tema se los dejamos a lameteorología… y a los bomberos voluntarios de la vergüenza que todos cargamos bajo las flamas abrasadoras del silencio, que arde bajo la sombra de la conciencia hecha cenizas.