Los analistas, comentaristas, estudiosos del acontecer nacional y otros ciudadanos que aportan ideas constructivas en favor de la armonía social y el desarrollo humano de todos los hondureños, también llegan, muchas veces, al borde del hastío y de la sensación de impotencia porque sienten que, aun señalando constante y respetuosamente los yerros de la administración pública, sus palabras no hacen mella en la conciencia de aquellos funcionarios públicos responsables.
Vivimos tiempos nunca imaginados, la naturaleza nos golpea con toda su fuerza, negándonos el agua bendita de los cielos y provocando desastrosos resultados en todo el acontecer nacional. Se muere el ganado de sed; se secan las plantaciones, escapa con pavor nuestra juventud desafiando los peligros mortales de un camino escabroso hacia tierras norteñas; el odio sembrado artificialmente por políticos inescrupulosos y apátridas nos divide familias, colegios profesionales, gremios, feligresías y otras instituciones organizadas de la sociedad civil; se ensombrece el futuro cercano de nuestros hijos y un poco más lejano, de nuestros nietos y sus descendientes.
Los presagios de la destrucción de un pueblo noble por la mano perversa de malos ciudadanos que han ofrecido soluciones mágicas para enterrar nuestro atraso y nuestra pobreza, se hacen cada día más palpables; nos hemos encargado de destruir poco a poco los dones naturales que Dios nos dio para que viviéramos una vida mejor, hemos depredado nuestros bosques a mansalva, seguimos contaminando peligrosamente nuestras aguas, ensuciamos cada día con toneladas de basura el rostro de nuestra patria; derrochamos los miseros recursos del pueblo en salarios ofensivos para ciertos parientes de la elite política; negamos la educación y la salud, cerramos las puertas al suero revitalizador de la inversión extranjera, acosamos y desprestigiamos al valiente emprendedor e inversionista criollo y distribuimos las riquezas de todo un pueblo en manos de pocos privilegiados por lo general políticos improductivos, vampiros del presupuesto nacional.
Pero no todo puede ser malo, hemos escuchado a un grupo de funcionarios representantes del Ejecutivo y de las Fuerzas Armadas, anunciar las medidas drásticas que este gobierno pretende imponer para detener de “un solo pencazo”, como dijo Osvaldo López en cierta ocasión, la destrucción de nuestros bosques y nuestro medio ambiente, se pretende sanear los núcleos de las zonas protegidas que son, también, patrimonio de la humanidad, desalojando invasores, madereros inescrupulosos, lavadores de narco utilidades disfrazados de ganaderos, etc.Si bien la idea no es nueva, enhorabuena para los que hoy prometen aplicar medidas que sobrepasen el peso de la ley.
Solo así a palos, evitaremos que un grupo reducido de asaltadores destruyan lo que nos puede quedar de esta bella tierra en la que nacimos. Algún día respiraremos aire puro, nos bañaremos en aguas limpias y cristalinas y veremos esta Honduras florecer entre las naciones civilizadas del mundo