Imaginemos que todo comienza en una órbita superpoblada en donde dos enormes pedazos de chatarra chocan a más de 32,000 kilómetros por hora rompiéndose en cientos de pedazos, chocando una pieza contra otra creando cientos de piezas más, y así, lentamente se construye una red demasiado densa para que algo lo atraviese sin peligro, y aquí es donde surge el Síndrome de Kessler.
Su nombre proviene del científico estadounidense de la NASA Donald Kessler, que lo acuñó por primera vez en 1991 y hace referencia a una posible reacción en cadena producida por la colisión de fragmentos de desechos que ya se encuentran en el espacio ultraterrestre. Esto, a su vez, está generando aún más fragmentos, lo que podría significar la destrucción de todos los satélites artificiales que orbitan la Tierra e impedir la salida al espacio. Mientras el número de satélites en órbita crece y los viejos satélites se acumulan, el riesgo de este efecto dominó se hace cada vez mayor.
Los expertos de la Agencia Espacial Europea (ESA) calculan que hay unos 129 millones de fragmentos de residuos que dan vueltas alrededor del planeta. De ese total, alrededor de 34 mil miden unos 10 centímetros que viajan a velocidades de ocho kilómetros por segundo, 7,200 toneladas de basura espacial que incluyen desde un guante perdido por un astronauta hasta una nave dada de baja, partículas de materiales pesados que no son observables. En febrero del año 2009 el mundo presenció el primer gran choque a hipervelocidad; un satélite de comunicaciones chocó con un satélite ruso inservible, este percance añadió unos 2,000 fragmentos a la nube de escombros que orbita la Tierra.
Lejos de quedarse con los brazos cruzados, las agencias espaciales del planeta ya contemplan esta amenaza y están en busca de soluciones. La NASA está desarrollando un sofisticado aparato diseñado especialmente para recoger los residuos diseminados en el espacio, drenar el propulsor de los cohetes para que no exploten y no usar satélites viejos para practicar tiro al blanco con misiles, lo que hizo China en enero de 2007 al disparar un misil desde una base terrestre para romper en pedazos un viejo satélite.
Se ha demostrado que el uso sostenible del espacio está en peligro, simplemente convertimos el espacio en un cementerio de chatarra siendo evidente que la situación actual ya no resulta aceptable. Las misiones deben ser analizadas desde el momento que son construidas hasta el objetivo científico-comercial que desean realizar, como quien tiene que reciclar la botella de plástico de igual forma debo reciclar el satélite que cumplió su vida.
La responsabilidad está en cada actor, agencias espaciales públicas y privadas, organismos internacionales, gobiernos, incluso la presión social. La basura espacial, al igual que la atmósfera, no conoce fronteras y es un problema mundial que debe ser pensado y resuelto como tal, de no ser así en los próximos 50 años estaremos viendo choques entre dos naves cada cinco años.Y nosotros, ¿qué solución proponemos para lograr tener un espacio libre de contaminación?