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El mandilón y el Día de la Mujer

Lo habitual es que le griten “mandilón” a quien ponga trabas para irse de juerga con los amigos, sobre todo si la insostenible excusa es por hacer algo de su casa. Es probable que no sepa exactamente qué quiere decir eso, pero entiende el contexto despectivo que golpea el ego milenario de macho dominante; la respuesta siempre es insospechada.

El mandil es lo mismo que el delantal, por ahí viene la derivación, y a través de la cultura y la subcultura que se nos cuela en las canciones, telenovelas, películas. El diccionario también lo define: “Hombre de poco espíritu y cobarde”, que va perfectamente con otros pusilánimes; sin embargo, la definición popular nos remite a quien obedece y está invariablemente sometido a la voluntad de su mujer.

Ruedan imparables por las redes sociales y en los celulares infinidad de insultantes memes y bromas que vilipendian la labor doméstica de los hombres, rebajándola a la servidumbre y a la domesticación, como una negación desesperada de la responsabilidad compartida en las cosas del hogar, y exaltando un patriarcado militante, todavía enraizado en la mayoría de los hondureños.

Como contraste, la palabra “mandilona” ni siquiera está registrada en el diccionario ¿entonces qué? ¿damos por sentado que la mujer debe obedecer ciegamente al hombre, que no merece ni un término ni definición? Eso parece. ¿Cómo se llama a la mujer sometida cumplidamente a la voluntad del hombre? Nada. Si se pasa un poco le dicen tonta, y ya está. Es otra señal evidente del machismo atávico que invade a medio mundo como un
virus resistente.

Poco a poco, el razonamiento, el sentimiento de justicia, el distanciamiento de la bestia, han ido desbrozando las relaciones desiguales entre hombres y mujeres, en una lucha centenaria, que apenas ha logrado cambiar algunas cosas, porque no es fácil desarraigar comportamientos y actitudes que arrastramos desde tiempos inmemoriales, a pesar de la inteligencia que presumimos frente a los otros animales que evolucionan más lentos.

De broma en broma, esos memes y videos machistas socavan lo poquito que se ha logrado en la búsqueda de igualdad de derechos con las chicas (decir mujeres las aleja un poco de nuestro entorno), las muchachas están en nuestro alrededor, son nuestras hijas, novias, esposas, hermanas, amigas, primas, compañeras, madres, sobrinas, vecinas, gente que queremos y que nos desgarrarían si fueran víctimas de un macho embrutecido, concupiscente o simplemente de un apologista del patriarcado.

Se ha dicho tanto y se hace tan poco, pero igual recuerdo las expresiones de machismo que inundan la atmósfera, desde el abominable y ofensivo reguetón hasta merengues pegajosos, las telenovelas, las películas, la publicidad ¿en serio hay que poner una chica en bañador para vender repuestos de vehículos, cervezas y analgésicos? Un día la cosificación de la mujer será un delito.

Con todo, se celebra el Día de la Mujer Hondureña, que recuerda aquel 25 de enero de 1955, cuando Julio Lozano Díaz, que se proclamó jefe de Estado en una Honduras políticamente convulsionada, como casi siempre, decretó que las damas podían votar y participar en política, eso sí, solo las que sabían leer y escribir, pero fue el comienzo, aunque todavía falta mucho por hacer en las listas de los partidos políticos.

No olvidamos las miles de asesinadas solo por su condición de mujer y esperamos justicia. Las acosadas en los trabajos, las víctimas de la pobreza. Ojalá termine la masculinidad tóxica, que no haya machos ni mandilones, solo compañeros de vida, que enseñen a sus hijos los hombres que deberían ser.

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