La política es el medio más eficaz para ejercer la justicia social, la solidaridad y el bien común.
En el buen sentido es educación, es salud, es inclusión social, es participación ciudadana en los asuntos que nos atañen a todos. Sin participación es imposible construir sociedades fuertes, lo cual implica adquirir conciencia democrática para que al mismo tiempo la gente adquiera conciencia de exigir a los líderes, gobernantes y/o responsables de las instituciones velar por el bien común.
Un sistema político democrático favorece directa o indirectamente la toma de decisiones para un crecimiento sostenido que se encamina al desarrollo económico con garantía de estabilidad.
Hoy en día se vuelve difícil diferenciar una democracia real de una democracia formal o teórica, una democracia económica de una democracia social en la que hay mutua interrelación.
Un gran segmento de la población prefiere la democracia económica ante la democracia política, quizá porque prefieren que se les solucionen los problemas económicos que los agobian independientemente de cómo los líderes lleguen al poder, pues consideran más importante cómo se aplica el poder y no cómo se llega.
Sin embargo, esta visión dictatorial deslegitimiza cualquier decisión política que se tome, porque atenta contra los más elementales derechos del ser humano.
No se trata en aras de la libertad de hacer lo que se viene en gana, sino de hacer lo que con buen discernimiento se debe hacer, para lograr el apoyo social de las mayorías, que al fin de cuentas constituyen la soberanía popular.
La participación ciudadana con conciencia crítica, pero sobre todo con conciencia organizativa, es parte constitutiva de la sociedad, sin embargo, este tipo de participación no necesariamente es participación política.
La política y la participación política es representación de intereses, intereses por los cuales se lucha mediante la acción política, que implica necesariamente el elemento conflicto. Lo fundamental es siempre luchar y lo que se logra será resultado de la capacidad de lucha que se dio y se es capaz de dar.
Lo político es público y se contrapone a lo privado, si existe lo privado se facilita la acción política, porque si hay un sector público y un sector privado constitutivos de la sociedad entonces es cuando aflora el conflicto de intereses.
La política es el mecanismo mediante el cual se constituye lo civil, lo no militar. De ahí que la política signifique la existencia de un espacio de civilidad, no se puede esperar la existencia de sociedad civil sin política.
La participación comunitaria busca constituir la sociedad civil en relación al Estado, pero se busca luchando en conflicto.
Lo civil contiene lo político y así se constituyen los patronatos, las iglesias, las ONG, las cooperativas etc., algunas de las cuales son organizaciones de lucha y otras son organizaciones de estabilidad económica.
Una demanda económica puede traducirse en lucha política, cuando estas no se satisfacen por haber fuerzas que se oponen a las demandas, así es cuando la lucha económica se convierte en lucha política.
Hay un paralelo entre la lucha política por una causa económica y la lucha política por alcanzar el poder, pero no es análogamente comparable y transferible una realidad a otra.
La política como realidad encierra la idea de antagonismo entre distintas fuerzas que luchan por el poder, ello implica una lucha a partir de las distintas posiciones antagónicas que a su vez exige definirse políticamente frente a un adversario que se tiene y no frente a un enemigo que no existe. La política son principios, ideales, sin principios no hay política.
Este año que se realizarán elecciones para cambiar las autoridades supremas, es crucial para los hondureños, asumamos nuestra responsabilidad histórica.