La pandemia del coronavirus ha afectado la vida de millones de personas y causado un fuerte impacto negativo sobre la actividad económica en el mundo y obviamente, Honduras no es la excepción. El reto que tenemos por delante no es volver al statu quo anterior, el verdadero reto es cómo aprovechar la oportunidad para transformar nuestro país y encaminarlo por la senda del desarrollo sostenible y equitativo, cumpliendo con el mandato constitucional de asegurar a todos los hondureños el goce de la justicia, la libertad, la cultura y el bienestar económico y social.
En nuestro criterio, el primer paso que debemos dar es crear un marco institucional que inspire confianza, tanto a la ciudadanía como a los inversionistas nacionales y extranjeros. De nuevo, cumplir el mandato constitucional de que el gobierno se ejerce por tres poderes, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, complementarios e independientes y sin relación de subordinación. Dentro de este marco, se debe aplicar la justicia en forma objetiva e iniciar un combate frontal a la corrupción, la cual según Transparencia Internacional, es el resultado del nepotismo y el clientelismo generalizado, las actividades del crimen organizado y la corrupción política.
Para avanzar hacia el desarrollo se necesita un Plan Estratégico con Visión de Largo Plazo, en el cual se programen los objetivos a alcanzar, el plan de acción de las actividades a realizar para alcanzar dichos objetivos y los indicadores periódicos de desempeño, para ir midiendo el avance y el cumplimiento del plan. El principal obstáculo obviamente sigue siendo la visión cortoplacista de nuestros gobernantes y políticos y la falta de consistencia en la ejecución de un plan de largo plazo.
Como parte del Plan Estratégico se debe iniciar un proceso creíble de atracción de inversión privada, nacional y extranjera, para el desarrollo de los sectores productivos y la creación de empleo. Como parte del plan, se debe implantar un programa de gobierno digital que facilite la inversión, defina y reduzca los trámites burocráticos para abrir y operar una empresa, pagar impuestos, licencias y permisos, etc., y reduzca los incentivos a
la corrupción.
En nuestro país el sector informal es un gran generador de empleo y tenemos que diseñar programas para transformarlo en una fuerza de trabajo productiva, capacitada y con las habilidades para producir con altos niveles de eficiencia y calidad, para competir en los mercados internacionales, dando valor agregado a nuestros productos. Las universidades deben convertir a sus egresados en emprendedores, que con los conocimientos adquiridos puedan integrarse a los mercados y ser generadores de empleos. Para facilitar el surgimiento de estos emprendedores se necesitan fondos de capital de riesgo, como existen en los mercados más desarrollados, para impulsar proyectos innovadores.
Obviamente que es vital contar con un gobierno que adopte la misión de generar bienestar para todos, que utilice transparente y eficientemente los recursos del presupuesto público para fortalecer las áreas que impulsan el desarrollo de las personas, como ser la seguridad, la salud, la educación y realizar las inversiones requeridas en infraestructura. ¿Tendremos la voluntad de transformar a Honduras?