Columnistas

El bosque y la educación

Una preocupación compartida de los hondureños, principalmente de los que estamos de algún modo en el mundo académico, es cómo mejorar la calidad de la educación. Más preocupa cómo lograr que los avances educativos tengan impacto en la solución de los problemas más grandes del país.

Cada vez qué hay un cambio de ministro de Educación uno se llena de expectativa y siente decepción o esperanza, según las credenciales de los nombrados. Por mi trabajo académico estoy obligado a informarme de la labor de ellos y algunas veces he tenido la suerte de hacer llegar mis sugerencias y opiniones. Como el nuevo ministro de Educación es egresado de la antigua escuela nacional de ciencias forestales y en mi ciudad tiene varios excompañeros y colegas me atreví a informarme para hacer unas sugerencias en su lenguaje técnico, el que he tenido que estudiar superficialmente pues soy un educador.

Comenzaré diciendo que un “jardín de niños” casi equivaldría a lo que, en las actividades forestales se entiende por establecer y manejar un vivero de especies de alto valor y en la misma perspectiva una escuela de educación primaria, equivale a un “brinzal”. Así también podemos pensar que un Centro de Educación Básica o un instituto de media podría ser similar a un bosque joven, formado por diferentes róndales. Hasta aquí un parangón entre sistema educativo y conceptos forestales que más o menos pueden asimilarse, sin incluir la educación universitaria o superior que no le corresponde manejar al ministro de Educación. Un curso o un grado en particular, parecería un rodal coetáneo y heterogéneo a los qué hay que poner especial atención. En el rodal o curso, los mejores alumnos, forman lo que en el bosque o plantación son los mejores árboles, estos se consideran los “árboles del futuro” y un alumno(a) con excelencia académica, se asemeja a un CAP (Candidato Árbol Plus) que deberá recibir las mejores atenciones académicas para desarrollarse y ser AP (Árbol Plus).

Los padres y madres de familia que el nuevo ministro de Educación mencionó en su primer mensaje de Twitter se asemejan a los “árboles semilleros” o “árboles porta granos”, son los aportantes en la formación de las nuevas comunidades y en el caso de los padres y madres de familia son los que han sostenido y sostienen financieramente, principalmente en los últimos nueve años, al sistema educativo público del país. El gobierno solo paga el sueldo de los docentes. La comunidad escolar podría parecer una cuenca productora de agua, donde los elementos bióticos y abióticos tiene “conectividad” y los bienes y servicios están a disposición de la sociedad. Hay algunos conceptos o acciones de la vida educativa que se deben tener claros, por ejemplo, una evaluación periódica no equivale a un raleo de “selección negativa”, y un examen final no es “una tala rasa”, la evaluación es un proceso permanente para identificar el avance en los logros que el proceso educativo se ha propuesto. Al nuevo ministro le corresponderá la matrícula escolar del año 2019, esta tiene parecido a un censo forestal, pero aquí no se permiten muestreos, además hay que procurar que en la matrícula se obtengan datos de vida del alumnado que puedan ser significativos en la toma de decisiones.

Es importante diferenciar que un director (a) y los docentes de una escuela, centro básico o colegio no son ningún caso un jefe de brigada, un viverista o un jornalero forestal, que recibe órdenes lineales. Los docentes son en los países desarrollados la base principal en la que los Estados garantizan la calidad de la educación, como quien dice la tierra fértil o sus nutrientes. Hay que entender que la “Alta Densidad Escolar” es un problema estructural y nada tiene que ver con la densidad de la madera (gr/cm3), pero que influye en la baja de la calidad educativa. Los maestros y maestras comprometidos con la educación no son “especies en peligro de extinción” a pesar que las políticas de gobierno, y principalmente de los gobiernos posgolpe de Estado, han golpeado tanto al magisterio. La cátedra y el púlpito son incompatibles en una educación laica y científica, así como la “mariposa barrenadora” no debe convivir con los árboles de cedro y los gorgojos con los pinos. La politización sectaria de la educación se puede parecer a la peor plaga en un bosque, lamentablemente el origen político sectario de los actos gubernamentales en todos los niveles hace casi imposible terminar con este mal.