Si no lo hemos logrado, es hora de empezar de nuevo modificando los sistemas anacrónicos que tenemos, ya que no responden a las exigencias de la sociedad actual. Es necesario empezar de nuevo, ya que los niños nacen creativos, observadores y en la escuela se potencializan esas capacidades o se frustran. Todo lo que nos rodea influye en nuestro aprendizaje, los espacios, los tiempos, las actitudes de nuestra familia, las emociones, los gustos, la creencia, todo es parte de ese ambiente con el que nos construimos a nosotros mismos.
Ya está demostrado científicamente que a la edad de cinco años, el 98% de los niños se pueden considerar genios, ya que son creativos, curiosos, piensan de diferentes formas, es decir tienen la mente abierta; el problema es que estudios realizados quince años más tarde, solo el 10% de esos niños, mantiene estas capacidades. Cuenta la historia que una vez una niña le estaba hablando de las ballenas a su profesora. La profesora dijo que era físicamente imposible que una ballena se tragara a un ser humano porque, aunque era un mamífero muy grande su garganta era muy pequeña. La niña le afirmaba que el profeta Jonás, había sido tragado por una ballena. La maestra, irritada, le dijo que eso era imposible. Entonces la niña dijo: Cuando llegue al cielo le voy a preguntar a Jonás. La maestra le preguntó: ¿Y qué pasa si Jonás se fue al infierno? La niña le contestó: Entonces le tocará preguntarle a usted profesora.
Ante estos antecedentes, probablemente el sistema educativo está contribuyendo a reducir a esos genios. Es necesario que el sistema de formación y el docente se reinventen en el sentido de entender que el proceso de enseñanza aprendizaje ya no debe ser vertical, debe ser horizontal, de doble vía, en donde se cree relaciones entre el docente, el alumno y su entorno. Es necesario una educación que incentive el pensamiento crítico, con contenidos programáticos adaptados a la realidad de nuestros tiempos. No es posible seguir educando de la misma forma, seguir incentivando el tradicionalismo y penalizando el dinamismo de la educación del siglo XXI.
La educación debe ir conectada en todos los niveles, porque no es posible que se desarrollen las competencias en las etapas iniciales de formación y cuando lleguen a niveles superiores, estemos formando a los jóvenes con contenidos programáticos de ofertas académicas para carreras que algo que probablemente ya no existe o no va a existir en los próximos cinco años. Es así que debemos, por ahora, invertir en mejorar la formación de los niños, adolescentes y jóvenes, que serán los adultos del mañana y el destino de la humanidad.