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Día del Idioma para posturear

Para comenzar quisiera hacer una serie de aclaraciones sobre lo que luego se leerá. Estoy orgulloso de hablar español, de hecho, creo que pocas personas lo pueden estar tanto como yo: estoy consagrado a ello. Decidí dedicar mi vida a la lingüística y la literatura y eso, por supuesto, me ha llevado al español. Todo lo que hago tiene una íntima relación con él, y comprendo la ventajas de hablar una lengua usada por más de 450 millones de personas. Esas ventajas van desde tener acceso a una enorme cantidad de conocimiento en nuestra lengua materna hasta tener la posibilidad de leer muchos libros y ver muchas películas o recorrer todo el continente y no tener problemas con el idioma.

Aparte cuando a la lengua se la estudia a profundidad, se descubren hechos fascinantes. No podría no estar encantado con ella. Y qué decir del 23 de abril, es de las fechas que están marcadas en el calendario de cada año. Además, es el Día Internacional del Libro. Sin embargo, casi todo lo que sucede alrededor de ese día es postureo. El postureo es definido como una actitud artificiosa e impostada que se adopta por conveniencia y presunción. Y creo que pasa con casi todo, como con el Día de la Tierra, por ejemplo. A la mayoría no le interesa, pero finge que le importa.

Sobre el postureo me refiero a unas cuantas frases de Cervantes, quizá de uno que otro escritor, a recordar lo importante que es la ortografía, recordar el número de hablantes y lo trascendental que es para la sociedad. Si pensamos fríamente todo se queda allí, en el acto del día. El problema es que decir que es trascendental y no demostrarlo es igual a hacer nada.

A mí no me preocupa el español por el español, a mí me preocupa el español porque la lengua es la representación que hacemos del mundo. Entonces no es la lengua la deteriorada, es lo que expresa esa lengua. Por eso no le temo ni a los anglicismos ni a los galicismo ni a los neologismos. Es lo mismo si tomamos una palabra prestada para usarla, de hecho, casi todas las palabras del español pertenecieron alguna vez a otra lengua. Lo que de verdad interesa es que la lengua sea una expresión nítida de la realidad y el pensamiento.

La lengua es la herramienta clave para comprender el mundo. El dominio de la lengua, cualquiera que esta sea es un puerto seguro. Es cierto que a través de la lengua se nos presenta lo más sublime. Por ejemplo, los valores solamente los podemos conocer a través de ella porque son abstracciones, sistemas que configuramos palabras. Pero también a través de la lengua nos viene lo más terrible: el engaño y la manipulación. Lo que está del otro lado del manipulado solo puede ser nocivo.

A esto nos enfrentamos todos los días junto al español: a nuestro destino. Y no quiero sonar dramático, pero así es. Cada año de una clase de español desaprovechada se convierte en una comprensión cada vez menor del mundo. No hay manera de ser agudo en el pensamiento con escaso dominio lingüístico.

La estética de la lengua vendrá por añadidura. Esos textos que nos detenemos a alabar en cada abril han sido escritos y corregidos por hombres y mujeres que antes de la estética pensaron en la efectividad de lo que querían comunicar, hasta entonces surgió la belleza dentro de él. No hay texto más sublime que aquel que fue escrito con lucidez, porque con lucidez se entendía el mundo.