¿Y Honduras? Después de pensar en todo lo que piensan para hacerse con el poder, unos, y no deshacerse del poder, otros, podrían pensar en Honduras. Con la duda con que se tasan hechos y personas, quienes gocen de credibilidad y no padezcan obsesión con el poder deben ser escuchados. Pocos como son, los confiables, libres de odios, tendrían que ayudarnos a conciliarnos. Que no sería con uniformidad de criterios, pero sí con parámetros entre los cuales circulen sin constituir amenazas a la gobernabilidad, las aspiraciones legítimas, las que lo sean, de alcanzar el poder.
Lo que resulta insoportable es ver la descarnada codicia con que lo persiguen. Mentir, aparentar lo que obviamente no son, es lo menos. En la Sucesión Presidencial 2009, que no fue el Golpe de Estado que han andado unos apátridas insinuando se dé en la actual coyuntura, personajes con plena credibilidad hasta entonces repetían a medios internacionales “las calles están llenas de muertos, los hospitales llenos de heridos”, entre otras falsedades.
Pero siempre habrá en quienes podamos confiar, porque no les conocimos mentiras ni megalomanía ni resentimientos ni obsesiones por el poder o el dinero. Ahí están Eugenio Sosa, padre German Cálix, para ser llamados, sin poses de próceres. Otro, Enrique Aguilar Paz, referente permanente de integridad. Podemos creer en ellos. Y a propósito de confiables, aunque lo sea para menos que los mencionados, muchos sabemos que el general René Ponce Fonseca no miente y es reconocido su compromiso para con la patria de “honor, lealtad y sacrificio”, así como de su conocimiento y respeto a nuestra Carta Magna. Soldado humilde, cumple su deber. Servicios heroicos brindó a la nación en el pasado, en el anonimato y sin esperar reconocimientos. Aunque les duela a unos, quienes como el que quieren fuera, no vacilan en “hacer lo que tengan que hacer” para salirse con la suya, hasta denigrar a nuestro país en el extranjero. No, tampoco los queremos de gobernantes. No lo merecen.