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Clubes deportivos (?)

Sé que en Honduras y en la región centroamericana en general se hace lo que se puede y quizá pida demasiado, pero al pensar en la esencia de las palabras no puedo evitar preguntarme si algún día llegaremos a calzar con ese sentido original que tienen, por ejemplo, la conjugación de palabras club deportivo.

Sí, estrictamente un club deportivo es una asociación que se dedica a la práctica del deporte y si se dedica al fútbol, por ejemplo, ya semánticamente cumple con el requisito. Está bien.

Pero pensemos en el sentido más amplio de los clubes deportivos, en lo que es quizá la principal razón de su existencia: un lugar para que las personas, sobre todo los jóvenes, tengan alternativas de práctica del deporte y distención lúdica.

Estoy de acuerdo con que hoy todos los equipos de fútbol son empresas, por lo tanto, deben manejarse como tal y que en la medida de lo posible se esfuerzan por ser responsables socialmente, pero imaginemos que esas instituciones que son admiradas por nuestros niños y jóvenes tienen unas instalaciones abiertas (con un pago mensual mínimo y razonable) y que pueden, con esos colores y ese escudo que defienden hasta en las conversaciones más banales, practicar cualquier deporte, no solo el fútbol.

No hablo de fuerzas básicas, ese es otro tema, hablo de abrir espacio para practicar varias disciplinas. Estoy seguro de que espacios como esos cambiarían mucho de lo que se ve en la sociedad.

Honduras no es ajeno a esa multidisciplinariedad de las instituciones deportivas. El equipo más popular del país, por ejemplo, comenzó siendo un equipo de béisbol.

Deporte que ciertamente ha caído en un vacío profundo y que ha pasado de tener una gran popularidad a ser casi un desconocido. Me cuesta encontrarme a un niño que conozca sus reglas y que lo disfrute.

Tal vez algunas buenas temporadas de Mauricio Dubón encienden un poco la llama por el béisbol en el país. Me sorprende, de hecho, que en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras entre los deportes no se enseñe este que goza de una enorme tradición en el país.

Los clubes deportivos no deberían conformarse con tener una gran afición y conquistar cada tanto el torneo nacional, sino construir una fraternidad con esos niños y jóvenes que, de verdad, si existiera la posibilidad visitarían las instalaciones del club y dejarían toda su energía en el baloncesto, tenis, tenis de mesa, fútbol sala, voleibol u otro deporte.

Incluso si se lo sigue viendo como una empresa el equipo crecería enormemente. Basta con pensar el nivel de identificación que se alcanzaría si los jóvenes hubiesen vestido, en el deporte que sea, su equipación. Tendrían ganada la admiración no solo de chicos y chicas, sino de familias enteras.

Estoy seguro de que estos temas no son desconocidos para ninguna institución deportiva del país y que algún obstáculo grande debe haber para que no funcione como tal.

Estoy seguro de que es el factor económico y quizá un poco hacer que toda una sociedad entienda toda esta dinámica. De todas maneras, es hermoso ponerse soñador y pensar que un día puede ser de esta manera.

Muchos chicos alejándose de los vicios y de la pereza yendo a practicar muchos deportes a un ambiente sano y seguro al club que tanto aman y por el que dejarían hasta su última gota de sudor. Sería todo ganancia, sería para todos ganancia.