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Cambio climático y resiliencia obligada

Pasamos años peleando nuestro territorio con El Salvador hasta la sentencia de La Haya; pero ahora otro vecino nos reduce el mapa, y este no admite guerras ni mediaciones diplomáticas ni cortes de justicia.

Se trata del querido y admirado mar Caribe que ya invadió hasta unos ochocientos metros cuadrados de playa.

Cualquier habitante de las costas distingue que el dibujo de la playa cambió, no todos entienden que es culpa del cambio climático, a otros ni les importa. Solo se nota que el mar está más cerca, que los negocios tuvieron que retroceder y los que no, tienen la olas rompiendo en la puerta.

Todo este tiempo se ha oído hablar del cambio climático como si fueran noticias sobre las lunas de Júpiter o un agujero negro en el espacio, más lejano y más alto, a pesar de que hemos sufrido las infaustas inundaciones de todos los años y las desoladoras sequías, como ahora, que destrozan cultivos y granjas, escasean y encarecen los alimentos.

Lo saben lamentablemente centenares de habitantes en las desembocaduras de los ríos Cuyamel y Motagua, en el departamento de Cortés, el mar se metió a sus casas, terrenos, acuciando su salida irremediable de la comunidad, agravando la habitual pobreza; tenían 110 metros de playa y se quedaron con 60.

La Ceiba solo tiene unos tres metros sobre el nivel del mar; las antiguas formaciones de playa que conocimos de niño ya no están; también cambiaron las barras de los ríos, y aunque algunos creen que la construcción del muelle de cabotaje o el rompeolas han tenido que ver, tampoco desconocen los efectos de la distorsión climática.

Una explicación apretada: el cambio climático es natural, la atmósfera que cubre la Tierra no deja escapar el calor y la hace habitable, lo llaman efecto invernadero; pero la contaminación humana, sobre todo con CO2, aumenta ese calor y produce el calentamiento global: se elevan las temperaturas, se deshielan los polos, calienta los vientos, cambia el ritmo de lluvias, hay huracanes, inundaciones, sequías.

Para hablar de eso se reunieron los presidentes del mundo en la ONU, y esta misma organización reconoce que el modelo económico ha sido un desastre para el ecosistema, y la subida del nivel de los mares es imparable y afectará más a los mismos de siempre, a los más pobres, nuestro país está en esa lista.

El cambio climático está aquí y ahora, no lo podemos evitar, tal vez, ralentizarlo al reducir la emisión de gases; pero lo que quedará será la resiliencia, adaptarse a esos cambios, y para eso se necesita lo común: el esquivo dinero.

Ese es el desafío de los gobiernos, crear los programas que apoyen a los vulnerables en la catástrofe; acomodar los proyectos a los cambios abruptos.

Hay muchos países que encontraron en la adversidad su oportunidad de desarrollo.

Ojalá nosotros algún día.