Los baches capitalinos son un problema compartido por todos los 1,259,646 habitantes, sin importar estatus social, lugar de residencia o color político. Tegucigalpa y Comayagüela se encuentran perforadas por baches, pero el problema va más allá de su cantidad, es que no se están tapando a la velocidad deseada, apareciendo nuevos con cada lluvia que se suman a los miles ya existentes, una pandemia de baches.
Los baches pueden ser herencia de autoridades municipales anteriores, pero eso no quita el hecho de que es un problema que debe ser resuelto por las presentes. Los baches contribuyen al tráfico vehicular, a la contaminación, a accidentes viales, a la pérdida de plusvalía de los barrios y colonias, perjudica la productividad e incrementa el costo de vida de las personas al tener que pasar más tiempo en tráfico, gastar en llantas, repuestos y combustible.
Pero hay otros efectos más sutiles que tienen los baches en nuestro humor social o estado de ánimo como ciudad.
El humor social influye significativamente en nuestras actitudes con los demás, en la felicidad y, por qué no decirlo, en las opiniones que tenemos de nuestras autoridades públicas. Si los baches siguen siendo la tarjeta de presentación de la Alcaldía de los próximos años, lo más seguro es que tendremos un nuevo alcalde para el 2026. Pero como bien hemos visto, cambiar a la autoridad no es suficiente para resolver el problema. Entonces, ¿qué se puede hacer con la pandemia de baches?
De acuerdo con el Plan de Inversión en Infraestructura 2022 de la AMDC aprobado por la Corporación Municipal (2018-2022), para este año hay 32 millones de lempiras asignados para tapar baches de los 538 millones para la red vial. Reparar con asfalto es políticamente atractivo, pues se ven obras constantes durante todo el día. El problema es que no es otra cosa más que remendar el trabajo mal hecho desde un principio. Las empresas constructoras conocen muy bien este problema cíclico y ofrecen materiales baratos con mantenimiento por un módico costo, asegurando un negocio redondo.
Si a las actuales autoridades municipales les preocupan los baches, deben pensar en reemplazar el obsoleto y poco transparente asfalto por el concreto hidráulico que tiene una vida útil más larga y requiere menos mantenimiento; empezando por vías de alto tránsito vehicular, de mercancías y personas como el anillo periférico y el bulevar Fuerzas Armadas. Esto debe ser parte de un plan maestro municipal respetado, cumplido e implementado por cualquiera que llegue a la Alcaldía. En fin, ¿qué se prefiere, bajos costos pero reparación constante con mal humor social o una inversión mayor y más tiempo de vida que deja oportunidades para invertir en programas sociales municipales?
Mientras se tome la decisión, la Alcaldía puede lanzar una campaña para tapar baches en lugares de alto tráfico vehicular en menos de quince días. Así nos pone de buen humor social.