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Anécdotas de la barbería de 'Don Chepe”

En la ahora conocida como la parte vieja de la ciudad (de Olanchito) existía la barbería de don José Martínez, más conocido como “Don Chepe”, hombre de mayor estatura a la normal, trigueño, pelo aindiado, serio y pausado al hablar y quizás descendiente de los primeros pobladores del lugar.

La barbería original -cuyo nombre no recuerdo- estaba ubicada en una casa de bahareque, cuyas paredes violentaban la ley de gravedad pues el tiempo las tenía todas pandas y habían soportado temblores y sacudones de tierra desde tiempos de la colonia. El techo de tejo estaba lleno de maleza y varios garrobos tenían por residencia el lugar, sin que nadie les molestase.

Era el sitio predilecto de las personas que tenían mayores ingresos de la ciudad: profesores y autoridades gubernamentales. En cierta ocasión, el profesor Humberto Caballero llegó a quitarse el pelo y la barba. Hombre que hacía ejercicio en su propio gimnasio, vestía camiseta de cuello de tortuga, que le resaltaban los bíceps y quien le daba clase de Ciencias Naturales al hijo de “Don Chepe”, Esaú, conocido entre los estudiantes del único colegio de media, que funcionaba de manera semiprivada a un costo mensual para cada estudiante de 15 lempiras, como “Tusuta”.

“Don Chepe” le había quitado el pelo e iniciaba el corte de barba, después de haberle dado filo a la navaja en una cinta de cuero grueso. - Profesor Caballero, -dígame “Don Chepe”, dijo el profesor.

-Mi hijo Esaú sacó una baja nota en el último examen de la clase que usted le da, temo que pierda la clase este año, dijo “Don Chepe”, mientras deslizaba la filosa navaja de afeitar por el cuello del profesor. Este, todo nervioso, le ripostó: “Don Chepe”, no se preocupe. No sé qué le pasó al muchacho, él es muy inteligente, se descuidó quizás, pero tenga la seguridad que la clase no la perderá.

Con el tiempo la barbería fue trasladada a otro lugar de la ciudad, pues el anterior local fue vendido y destruido el edificio para construir uno nuevo. En cierta ocasión, mientras le cortaba el pelo a un ciudadano de prestancia local, la esposa de “Don Chepe”, doña María Dolores, más conocida como “Chucita”- la mayoría de la gente es conocida por diminutivos o por su apodo- quiso congraciarse con el cliente llevándole café. Al verla “Don Chepe” entrar a la barbería portando una bandeja con dos tazas de café, cucharillas y una panita con azúcar le gritó: No se lo he ordenado María de Jesús, quizás con el fin de darle a conocer a la clientela que él mandaba en casa, a lo cual recibió como respuesta de su esposa un grito que alarmó a todos, mientras arrojaba bandeja y contenido al suelo, estrellándose y rompiéndose en añicos las tazas de porcelana.

-No jodás loco pendejo, agradecé que te traigo café. Son dos de un sinnúmero de anécdotas de “Don Chepe” que pocas personas recuerdan a estas alturas.