Al cierre hoy de la XXXIX Cumbre del Sistema de Integración Centroamericana (Sica), justo antes de que Honduras entregue la presidencia pro témpore a Nicaragua, los mandatarios del istmo firmarán el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, cuya negociación concluyó en 2010.
Después de que este mismo lunes los cancilleres de la Unión Europea autorizaron la firma del convenio, el comisario de Comercio, Karel de Gucht, será el encargado de firmarlo hoy en Tegucigalpa.
Por la parte centroamericana quedaba pendiente la incorporación de Panamá al Sistema Económico Centroamericano (Sieca), lo que también se materializa hoy, con lo que se supera el último escollo para que el acuerdo continúe su avance a la espera de la ratificación legislativa para su plena entrada en vigencia.
El Acuerdo de Asociación, el primero en su clase entre dos regiones, va más allá de un tratado de libre comercio, ya que además armonizará las relaciones políticas y de cooperación entre la Unión Europea y Centroamérica, pero también de forma bilateral entre los 27 y los seis países que conforman a los respectivos grupos de países firmantes.
Además de los beneficios directos, como el poder exportar sin aranceles hacia un mercado de 500 millones de personas, y con alto poder adquisitivo, el acuerdo con la Unión Europea también se convierte en un elemento de consolidación de la propia integración centroamericana.
De hecho, quienes creen que la actual crisis que sufre Europa, y particularmente, la Eurozona, es un motivo para cuestionar el acuerdo y la propia integración, están absolutamente equivocados.
Por una parte, la Unión Europea sigue y seguirá siendo mucho más fuerte que cualquiera de sus países miembros. Por otra, si no fuera por la integración, por la unión económica y monetaria, la crisis que hoy sufre Europa desde hace tiempo hubiera arrasado con los países más débiles y quizás también con los más fuertes.
En ese sentido, el Acuerdo de Asociación que hoy se firma abre un mundo de oportunidades para los productores y exportadores centroamericanos, pero también da un histórico empuje hacia una integración más completa de los países del istmo, cuyos pueblos comparten la misma lengua, la misma historia, los mismos retos y los mismos problemas.