Ahora que ya pasó la algarabía de haber celebrado el 202 cumpleaños de la patria, fecha en la que el gobierno de turno vierte discursos “bonitos” como para olvidar la triste realidad en que vivimos los hondureños que sin duda es dependiente de una clase política que ha venido manejando la administración pública a su gusto y antojo.
En mi artículo del pasado viernes reflexioné sobre el famoso “tilín tilín”, es decir sobornos que en el Congreso Nacional se reparten como si fueran confites para comprar votos y conciencias por parte de personas que de antemano llegaron a ese poder del Estado para enriquecerse no importando si de forma legal o de otra forma.
La gente sabe qué diputada o diputado recibió ese tilín pues no ocultan su “prosperidad” que literalmente surgió de la nada. Pero los otros dos poderes del Estado no se quedan atrás, y en ellos también se hacen grandes “negocios” con las arcas del Estado favoreciendo familiares o amigos con contratos y también recibiendo “coimas” para resolver o atrasar asuntos legales que se ventilan en la casa de la diosa Temis.
El “cuarto poder” no es la excepción, pues es de conocimiento público que muchos se han beneficiado de ese saqueo que proviene de los titulares de esos poderes del Estado que han sido muy “generosos” con ellos y ellas para regalarles dinero del gobierno o de otra fuente no precisamente legal para poder deshacerse de grandes sumas de dinero ilícito y que al final fueron a parar a sus manos.
Pero nadie puede alegar ignorancia de la ley, saben de qué fuente vino ese dinero que le generó pérdidas al Estado para cumplir con compromisos como la salud y la educación para el pueblo. Honduras es un Estado dependiente de otras naciones, no porque no tenga recursos propios o no sea un país rico en recursos naturales y un pueblo laborioso.
Es dependiente porque se ha mal administrado y lamentablemente la fiesta continúa cada cuatro años, lo único que cambia es el color de los protagonistas.