En nuestro país, los últimos tres gobiernos han derrochado demasiado dinero en publicidad para tratar de mantener a flote la imagen de presidentes que la mitad más uno de la población no acepta ni avala su gestión como tal.
Ese es un hecho irrefutable pues las encuestas pasadas y presentes así lo indican.
Tanto presidentes del Ejecutivo como del Legislativo han tenido la mala costumbre de arrogar grandes sumas de dinero para comprar conciencias, medios de comunicación y periodistas sin ética que a sabiendas de su reputación de ser gente avara, los titulares de estos poderes del Estado les dan en concepto de “publicidad” grandes sumas de dinero para que estos -literalmente- “les soben la leva”, como dicen los jóvenes, y solo hablen bonito de ellos.
Sobre este tema, en la Navidad del año pasado publiqué un artículo titulado “Cinco deseos para Navidad”, en el que manifesté: “Deseo que la vanidad de nuestras autoridades cese para dar paso a que abran los ojos y se den cuenta que ese dinero que gastan en medios de comunicación no es más que vanagloria, soberbia y orgullo”. El gobierno al malgastar tantos fondos y los medios que los reciben sabiendo que en nuestro país hay otras prioridades que están a la vista y para colmo que estos mismos medios hacen reportajes sobre la falta de medicamentos en los hospitales, niños que nacen y cuya cuna son cajas de cartón, etc.
Han cometido en complicidad un acto de malversación de fondos o corrupción que ha lesionado las arcas del estado en dos áreas tan vitales que hoy con el Covid-19 desearíamos contar con ese dinero que se despilfarró y que solo hizo rico a un grupo de periodistas serviles.
Por otro lado, el hambre antes de la pandemia ya era evidente en nuestro país, desde hace décadas gente que no tiene acceso a alimentos, sufre desnutrición y tienen que deshacerse de sus medios de vida para comer, hasta la muerte por inanición son escenarios cotidianos en Honduras.