Gran parte de crecer se trata de experimentación y prueba y error. Junto con esto, normalmente viene el fracaso: algo que usualmente nos hace no querer explorar. Los efectos inmediatos no son placenteros, ya que el fallar viene acompañado de pérdida de tiempo y esfuerzo y un sentido de decepción. Sin embargo, si aprendemos a aceptar los fracasos con gracia y aprendemos de nuestros errores, entonces creceremos. El crecimiento llega con muchos fracasos inevitables.
Hay ocasiones en las que estamos tan involucrados con un proyecto, que es difícil verlo de forma objetiva. Tal vez hayamos dedicado tanto tiempo, esfuerzo y hasta dinero, que todo lo que podemos visualizar es seguir adelante hasta el final. Sin embargo, cuando un proyecto ya ha fracasado, dedicarle más recursos a este no lo revivirá y, de hecho, seguirá por el mismo camino. Estos serán recursos que se habrán gastado para nunca recuperarse. Tan pronto como sepas que algo no está funcionando, será momento de dejarlo ir.
Aunque es difícil declarar un proyecto como terminado, es lo mejor que puedes hacer en esta circunstancia. El hacerlo le dará más espacio a tu mente para encargarse de otros proyectos, y esta es una habilidad esencial si planeas crear proyectos nuevos. Hay esperanza, ya que se vuelve más fácil con el tiempo a medida que se desarrolla una resiliencia ante los fracasos.
Saber cuándo dejar ir un proyecto puede ser complicado ya que es difícil ver los árboles cuando estás en medio del bosque. Por eso, es muy útil tener un conjunto de expectativas al principio del proyecto y, si no se cumple con estos parámetros al llegar a una fecha determinada, esto será un indicador de que es momento de pasar adelante. Si aprendes con cada uno de tus fracasos, estarás dando dos pasos adelante por uno que des hacia atrás.
Hay ocasiones en las que estamos tan involucrados con un proyecto, que es difícil verlo de forma objetiva. Tal vez hayamos dedicado tanto tiempo, esfuerzo y hasta dinero, que todo lo que podemos visualizar es seguir adelante hasta el final. Sin embargo, cuando un proyecto ya ha fracasado, dedicarle más recursos a este no lo revivirá y, de hecho, seguirá por el mismo camino. Estos serán recursos que se habrán gastado para nunca recuperarse. Tan pronto como sepas que algo no está funcionando, será momento de dejarlo ir.
Aunque es difícil declarar un proyecto como terminado, es lo mejor que puedes hacer en esta circunstancia. El hacerlo le dará más espacio a tu mente para encargarse de otros proyectos, y esta es una habilidad esencial si planeas crear proyectos nuevos. Hay esperanza, ya que se vuelve más fácil con el tiempo a medida que se desarrolla una resiliencia ante los fracasos.
Saber cuándo dejar ir un proyecto puede ser complicado ya que es difícil ver los árboles cuando estás en medio del bosque. Por eso, es muy útil tener un conjunto de expectativas al principio del proyecto y, si no se cumple con estos parámetros al llegar a una fecha determinada, esto será un indicador de que es momento de pasar adelante. Si aprendes con cada uno de tus fracasos, estarás dando dos pasos adelante por uno que des hacia atrás.