Eliot Ness fue un agente del Tesoro estadounidense, famoso por sus esfuerzos por hacer cumplir la ley seca en Chicago, como líder de un equipo legendario apodado Los Intocables.
La televisión se encargó de convertirlo en una celebridad mundial.
En 1919, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la Enmienda XVIII a la Constitución, en la cual se prohibía la producción, importación, exportación, traslado y venta de alcohol y cerveza en la unión americana.
Esa enmienda sería abolida hasta 1933 y fue conocida como ley seca o Ley Vosltead, en honor al baboso senador que más la promovió. En el discurso de aprobación, Volstead dijo: “El demonio de la bebida esta noche hace testamento... Se cerrarán para siempre las puertas del infierno y los niños y mujeres caminarán felices por las calles”. Nada de eso sucedió.
La absurda ley seca nunca logró frenar la demanda ni el consumo de alcohol. Únicamente propició el mercado negro, la corrupción en todos los niveles del gobierno, en especial de alcaldes, jueces y policías, y el surgimiento de poderosas y violentas mafias enriquecidas vertiginosamente por este nuevo y fructífero nicho de mercado clandestino.
Durante el combate al tráfico ilegal de alcohol, que es sin duda una droga, a Eliot Ness se le vio constantemente en los medios de comunicación, radio y prensa de su época dando declaraciones sobre sus triunfos en esta lucha contra el tráfico ilegal, y los juicios que logró en esta tarea eran seguidos apasionadamente en los medios, así como hoy sucede con los casos más sonados contra narcotraficantes.
Sin embargo, paradójicamente a Eliot Ness no le disgustaba el alcohol, por lo que se puede decir que tenía doble discurso.
Una vez terminada la prohibición, un reportero le preguntó a Ness: “¿Qué harás ahora que la ley seca terminó? Y Elliot sin titubear le respondió: “Iré al bar de la esquina a tomarme una copa”.