Cartas al editor

El cabo del miedo

Se dice que cuando esta película fue estrenada en 1991, muchos estudiantes y profesionales de derecho cambiaron de carrera. Cuenta la historia de un abogado que es acechado por un excliente que lo culpa por no haber sabido defenderlo durante el juicio en el que fue condenado a 14 años de prisión. La historia se me viene a la mente por razones que son obvias: los asesinatos de abogados que siguen sucediendo en medio de la pasmosa impunidad en la que quedan la mayoría de los casos.

Leí en una publicación digital que en 2015 creció un tanto la matrícula en la carrera de derecho, que había venido experimentando una caída frente a otras profesiones. No sería extraño que ante los crímenes contra estos profesionales disminuya la cantidad de estudiantes interesados en el derecho, además de que los tiempos actuales obligan a pensar en carreras con mayor demanda en el mercado laboral. Los profesionales del derecho son mal vistos por quienes suelen generalizar ante las acciones dudosas de unos pocos. Pero su labor en el balance de la justicia es invaluable.

Hasta el peor de los delincuentes, sea un funcionario o un empresario corruptos, un sicario o extorsionador, merece la mejor defensa posible. Y aunque se dice mucho en contra de los abogados que defienden a esta gente, ellos están garantizando el derecho a esa defensa. Que puede ser más lucrativo, sí, pero también implica riesgos que no muchos están dispuestos a correr en este cabo de miedo en el que se ha convertido el ejercicio de la profesión en nuestro país, y lo peor es que la justicia tarda o nunca llega.

Aimée Cárcamo
Periodista