Cartas al editor

100 años de corrupción

Es inminente que en unos meses nos daremos cuenta si después de tantas generaciones la maldición de la cola de los cerdos se cumplirá. Allá a lo lejos, los conservadores con todas sus fuerzas protegían sus tierras, mientras que aquí nos sucede todo lo contrario, los del alto mando se hacen los desentendidos y el país lo están vendiendo a pedazos.

Allá por la época de Carías ya se empezaban a ceder las tierras, y varias décadas después, siempre los conservadores siguen ese cruel legado de vender la patria, de engañar a los más ingenuos y de imponerse sin clemencia contra aquellos que cuestionan sus ideas. Para desgracia de nosotros, los inventos del nuevo mundo llegan tarde. Nos dejaron esperando hace años un bus moderno y un mentado teleférico solo fue otro proyecto que se quedó en el papel, acá difícilmente podremos ir a ver los grandes bloques de hielo porque el agua cada día está en escasez.

Acá no creo que lleguen los gitanos a enseñar sus mayorías y generar empleo, porque el gobierno lo que hace es correr la inversión privada, y además, en ningún momento los que nos dirigen están pensando en la equidad social, pues las maldiciones de una ciudad creada por la imaginación son menos crueles que la realidad que vivimos. Qué bonito sería morir por enamorarse de una mujer hermosa, aunque no te le puedas acercar, pero no, no es así, en estas tierras la gente se muere de hambre, y peor aún, cuando se prostituye la Constitución son miles y miles de mujeres que no por su gusto se prostituyen, hay que sobrevivir, pues para vivir son varias las aventuras que hay que atravesar.

El coronel Buendía se fue a recorrer el mundo y vino con nuevas ideas, y acá los hombres se van a recorrer el norte y muchos se pierden porque vienen con malas ideas.

El realismo mágico de mi país es ver cómo los pobres siguen floreciendo a pesar de que cada día la canasta básica se vuelve más inalcanzable, porque el ciclo de la corrupción sigue muy latente.