Opinión

Mandela, un ícono de nuestro tiempo

Ha muerto el cuerpo físico de un ícono de la humanidad contemporánea. Un hombre que en un momento dado de la lucha contra el régimen segregacionista de la minoría blanca de Sudáfrica, optó por el uso de las armas; que estuvo preso 27 años, tiempo durante el cual más bien se incrementó su disposición al sacrificio por la causa de la mayoría negra; pero que al recuperar su libertad entendió sabiamente que había llegado el momento de cambiar de rumbo: en de vez combatir había que convencer no solo a los gobernantes blancos sino también al mundo entero que el apartheid era un brutal anacronismo que debía llegar a su fin.

Pero no solo eso, Nelson Mandela, una vez que junto a otros grandes luchadores, llegó al poder en Sudáfrica, encabezando el primer gobierno de mayoría negra, en vez de una actitud rencorosa y revanchista se convirtió en un símbolo de la reconciliación, de la integración, de la tolerancia, lo que hizo que su imagen ya engrandecida desde prisión irradiara, aún con más brillo, en todos los rincones del conflictivo mundo en que vivimos.

De hecho, llegó un momento en que era efusivamente aclamado también por los blancos en la misma Sudáfrica y hasta quienes en el exterior previamente lo atacaban por ser un “terrorista... comunista” no tuvieron más que rendirse a su encanto.

Su organización, el Congreso Nacional Africano, estaba en la lista de las organizaciones terroristas de Estados Unidos y Gran Bretaña. Washington hace apenas cinco años lo borró de la misma.

Y es que Mandela no solo fue uno de los grandes luchadores por la libertad de los negros de Sudáfrica, sino que, contrario a otros líderes revolucionarios africanos que al alcanzar el poder se convirtieron en dictadores, él ni siquiera optó por la reelección una vez concluido su mandato democrático en 1999.

No hay duda que su liderazgo también contribuyó a que, en contra de la opinión de los defensores ultraderechistas del régimen racista, Sudáfrica no cayó en el caos al establecerse un gobierno de la mayoría negra.

Sudáfrica y el mundo, que hoy lloran su partida, y las generaciones venideras, tienen en la luminosa figura de Nelson Mandela un ejemplo de lucha, de sacrificio por una causa, pero también de reconciliación, de perdón, de paz.