La conferencia de prensa del Papa en su viaje de regreso de Brasil a Roma trajo a la palestra un tema candente en todo el mundo occidental: la homosexualidad.
Aquí en Honduras un pastor ha sido acusado en los juzgados por intolerancia hacia la comunidad gay cuando predicó que no se debe votar por los homosexuales.
El Papa dijo “si una persona es gay y busca a Dios, ¿quién soy yo para juzgarlo?” En todas partes se ha interpretado como una señal conciliatoria de parte de la Iglesia después de siglos de rechazo hacia los homosexuales.
Los homosexuales han sido perseguidos, discriminados, marginados encarcelados y hasta asesinados por su preferencia sexual. Ser homosexual es una tragedia para la persona y su familia.
Sin embargo, es un hecho que se da en las mejores familias, aun entre los hijos de pastores o entre los sacerdotes. No se puede tapar el ojo con un dedo y así negar un problema.
El porcentaje de homosexuales y lesbianas en la sociedad varía según los estudios, pero es alrededor de 3 a 4%. Algunos dicen que uno de cada diez hombres ha tenido una experiencia homosexual.
Lo cierto es que se da en todas las sociedades, en todas las culturas y en todas las religiones. En algunas culturas, como la griega y la romana, se aceptaba abiertamente. En otras se trata de ocultar, se esconde como algo vergonzoso.
Pero ¿cómo explicar la homosexualidad? Los psicólogos se inclinan por la idea de que la culpa está en el hogar. Hogares desintegrados, padres distantes, hacen que un niño crezca sin identidad sexual.
Esto explica algunos casos, pero no todos. Los biólogos explican todos los caracteres, sean físicos o de personalidad a su constitución genética. Son los genes los que determinan la orientación de la persona.
¿Se puede condenar a una persona por ser siniestra; es decir, escribir con la mano izquierda? Claro que no. De igual manera no se puede condenar a una persona por tener una orientación sexual diferente.
A esa conclusión están llegando las sociedades al aceptar los matrimonios homosexuales y a los artistas, cantantes, atletas y políticos homosexuales. Entre los derechos humanos aceptados universalmente está la no discriminación por razón de orientación sexual.
En la doctrina cristiana hay una diferencia entre el ser y el hacer. San Pablo condena los actos homosexuales. Pero Dios no discrimina a las personas y ama a todos por igual. Por eso el Papa dijo “…si un homosexual busca a Dios y muestra buena voluntad… ¿Quién soy yo para juzgar?”