Siempre

El artículo de Octavio Carvajal: ¡Hipócritas!

Unos periodistas callan según el trinque. Ciertos riñen la corrupción y por debajo de la mesa cargan carretes de pisto. Ponen amantes, a esposas en lista de pagos por “publicidad” y a los hijos se los nombran en el exterior denigrando la diplomacia.

20.10.2018

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- No nos queda ninguna duda que aquí –como en cualquier país del mundo- lo que tenemos es una irrefutable pobreza mental con la que apachurramos por envidia y prejuicios el progreso de la nación y la del prójimo. A miles más bien les agrada el fracaso de las mayorías para sacar provecho político, personal y familiar.

Quienes ladran y ladran por diversos medios de prensa, en redes sociales o a través de la ventana de su casa son nomás personas que dejan entrever su maldad y frustración. Nunca les agrada nada de nadie a menos que sea pensado o hecho por ellas. Son hipócritas y, sobre todo, egocéntricas. Ven el país “ingobernable” y maman del sistema que tanto critican.

Series
Hay expertos e incultos. Abogados, reporteros (unos sin título y venales), médicos, ingenieros, arquitectos, curas, enfermeras, diputados, militares, policías, economistas (según su tripa) y chorro de sabelotodo que jamás elogian los éxitos de otros y, a veces, ni de sus propios hijos. Ven tumbado el país y en sus casas no comen ni con sus crías pensando en la tortilla burocrática.

Medio mundo llora de los gobiernos. Nadie aporta nada para avanzar. La gente (la que sorbe directa o indirectamente de la teta) alega que vivimos peor que hace diez o treinta años, pero al revisar cuentas, los y las quejosas tenían el poder en esas eras, tocaron las arcas del Estado a su modo, a sus anchas. Entonces, también son garantes del caos. ¡Doblemente hipócritas!

Las ufanadas de nuevas proles no suman más que insultos. Juzgan todo a su paso y chupan del sistema dominante que “odian” y, de remate, lo califican de fétido. Se sueñan brillosos mimando y echando vivas a caras arrugadas, putrefactas. Son juventudes con mente arcaica, honrando con su voto a falsos líderes liados a largos actos impúdicos. Doble fondo.

Piques
Aquí es común que el vecino se harte a otro por envidia o que un exfuncionario, político o letrado diga que su colega es un fiasco cuando todos hacen lo mismo en el mando. Sobra quien desee el carro o la casa nueva de su colindante mientras el metido en política, empresario o ciudadano corriente –por pura tirria, prejuicios o ventaja- jamás vale lo bueno de su rival.

El “amigo” del barrio se harta al del frente o al de su lado. Lo acusa de bolo, cornudo, mujeriego, de mal padre, pero en su hogar es un tormento, otro macho, loco e irresponsable, “padre” de criaturas abandonadas. Parecido a políticos, empresarios, periodistas y otros eruditos que señalan que el actual régimen va de movida en movida y cada quien hace igual o peores picardías apenas llega al sillón. Al final, casi todos se cuadran por el billete. No sean hipócritas.

Tranca
Estamos cercados de hipócritas. El habitante de a pie debate toda jefatura sin importar el color partidario. Acusa que no reduce el desempleo ni brinda mejores chances de trabajo con sueldos dignos. Culpa a medio mundo de sus crisis sin admitir que, tal vez, tuvo la fortuna para estudiar a nivel universitario y la malgastó. Limosnero
con garrote.

Los bandidos de traje, aquellos que pelean por sujetar o llegar al trono presidencial a punta de mentiras e hipocresías, valen la ruina que tenemos. Son cobardes y –como siempre- actúan fingidamente. Todos los regímenes –por populismo- son tutores de la inopia. No enseñan a las masas a pescar y ahora todos se culpan del éxodo de familias. Se lavan las manos sin pudor.

El cinismo es descomunal. Si bien un régimen debe validar la ventura del pueblo, cada quien debe responder por sus actos. En nuestra nación, la mujer pare sin freno porque prima la incultura de pareja. Su afán es “fabricar” niños sin futuro y los gobiernos paren burócratas sin cesar, inútiles, con salarios onerosos, desiguales y ofensivos.

Es tanta la hipocresía que aquí nadie fía el despelote. El padre insensato ve errores en otros y quienes guían el país no aceptan sus malogros por vivir a costillas de la ignorancia. Los gringos también juegan pelota con nosotros. Nos obligan a poner el pecho y luego nos denigran ante el mundo. También son parte del circo de hipócritas, hijos…de este pueblo.