Las historias de sufrimiento y dolor de los familiares que han perdido a sus seres queridos en las profundidades de la mina Cuculmeca son una constante en las aldeas y caseríos que conforman el municipio de El Corpus, Choluteca, al sur de Honduras.
Pero más allá de los tristes relatos de los deudos también existen recuerdos de agradecimiento para aquellas decenas de mineros que cada vez que ocurre un accidente en el yacimiento se solidarizan con los familiares y se unen a las labores de rescate poniendo en riesgo sus vidas.
Tal es el caso de Luis Omar Muñoz Rivera, de 29 años, quien se ha convertido en un héroe para las familias que en los últimos cuatro años perdieron sus seres queridos dentro de la mina.
El joven con formación militar es originario y residente de la aldea San Juan Arriba, quien por asares de la vida, y pese a sus deseos de superación, terminó ganándose el pan de cada día al interior de los túneles de la mina Cuculmeca.
Luis es uno de los más populares mineros de la zona, ya que debido a su carácter alegre y conversador “se gana la voluntad de la gente”, declara una señora que lo ha visto crecer y quien no quiso brindar su nombre.
Muñoz tenía como sueño laborar en alguna oficina donde se “trabajará con temas de número” y por eso decidió estudiar administración de empresa en el Instituto José Cecilio del Valle de la ciudad de Choluteca.
Cada día, el joven emprendía un viaje de una hora y cuarenta minutos en autobús para poder llegar al centro educativo al cual dejó de asistir cuando tenía 17 años debido a la pobreza que rodeaba a su familia.
“Mi papá trabaja en el campo y de allí me puso a estudiar, pero cuando la cosa se puso mala me dijo que me iba a sacar pero mi sueño era tener una profesión. Entonces un amigo me comentó que había ingresado al ejército y que allí le estaban pagando los estudios, entonces decidí entrar”, comenta el entrevistado.
Al ingresar al ejercitó los altos mandos de la institución les explicaron a los nuevos integrantes que podían estudiar, por lo que les pidieron que levantarán la mano quienes estarían dispuesto a seguir sus estudios, siendo Luis uno de ellos.
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El muchacho obtuvo su título de media y cuando se preparaba a ingresar a la universidad, su mamá se enfermó y él se vio en la obligación de volver a su casa, dándose de baja de la institución castrense.
“Con mis ahorros que obtuve en las Fuerzas Armadas me compré un pedazo de tierra y decidí comenzar a cultivar pero no era suficiente y fue así como llegue a la mina”, comenta el joven.
En los últimos siete años, Múñoz ha mezclado la agricultura con la minería para poder salir adelante pero nunca olvidó su deseo de trabajar en una oficina relacionada con números y se mantiene agradecido por la oportunidad que le dio las Fuerzas Armadas.
Y es precisamente su formación militar y los años trabajando en la mina que le permitieron convertirse en uno de esos héroes anónimos que tiene el cerro Cuculmeca.
Luis junto a otro grupo de compañeros mineros fueron los encargados de recuperar a los tres muchachos sobrevivientes de la tragedia del 2 de julio del 2014.
“Todos trabajamos aquí, nos conocemos, somos como una familia y es por eso que cada vez que ocurre un soterramiento en la mina estamos a la disposición de colaborar” dijo el joven.
El martes 17 de mayo cuando quedaron soterrados Ariel Aguirre, Miguel Ángel Zepeda y Ever Onan Rodríguez, Luis estaba al interior de la mina en compañía de su hermano Carlos Javier.
“Estamos con mi hermano dentro del túnel y escuchamos como el cerro se retorcía, entonces le dije: salgámonos peligroso se cae alguna piedra. Y nos quedemos aquí, mi hermano tomó sus sacos y yo los míos y salimos por la boca mina”, recuerda el muchacho.
Al salir del túnel, Luis y su hermano se encontraron con Miguel Ángel, Ever Onan y Ariel, a quienes saludaron y les dijeron que el cerro estaba estremeciéndose y que mejor no entraran pero ellos no le hicieron caso e ingresaron.“El cerro como que le avisara a uno que se va a derrumbar y yo siempre que escucho ese ruido dentro mejor me salgo y eso me ha salvado varias veces” dijo el entrevistado.
Pese a la experiencia que alcanzará Luis trabajando dentro de los túneles, el día que se rescataron los dos cuerpos de los mineros sufrió un golpe en el hombro derecho que obligó a las autoridades a trasladarlo al Hospital del Sur.
“Iba entrando a la boca mina cuando escuché que algo venía de arriba del cerro y lo único que se me ocurrió fue salir corriendo y fue allí cuando la piedra, que era pequeña, me alcanzó y me golpeó el hombro por la fuerza que traía”, relató con angustia.
Aunque la mina es la única fuente de trabajo que tiene la mayoría de personas en la aldea San Juan Arriba, este obrero comparte que es hora de cambiar la manera en la que allí se trabaja a fin de evitar más pérdidas humanas.
“A uno le da tristeza que un amigo de uno se muera en esas circunstancias, una persona que a diario vemos en el cerro y que de un día para otro ya no está”, comentó el muchacho con semblante triste.