En el proceso desarrollado en el Juzgado de Primera Instancia Militar se determinó que 12 oficiales y soldados asignados a la base aérea Armando Escalón eran culpables por el robo de una avioneta que estaba bajo custodia desde septiembre de 2008.
El fallo condenó a nueve años un día de prisión al subteniente de seguridad de Instalaciones Manuel de Jesús Euceda Argueta por el delito de robo y un año de prisión por violación de consigna.
Y es que, según el fallo al que tuvo acceso exclusivo EL HERALDO, Euceda fue el cerebro dentro de la base para ejecutar el robo, a tal grado que modificó roles de turno, permitió el extravío de los libros de novedades y de rampa y facilitó pagos de 25,000 lempiras a soldados involucrados, entre otros hallazgos.
Por el robo de la avioneta Beechcraft bimotor, modelo King Air 200, serie BC23, blanca con líneas doradas, valorada en $800,000, ocurrido el 31 de octubre de 2010, fueron condenados otros 11 elementos militares.
Las condenas
Además de Euceda (era el oficial de día cuando ocurrió el robo), también fueron condenados a nueve años un día de prisión los sargentos Carlos Antonio Urbina y Marlon Constantino López.
Asimismo, el teniente Cristhian J. Oseguera y los policías de seguridad aérea Luis Alberto Sánchez y Marvin Javier Calderón; el sargento José Isaías Zavala (comandante de guardia ese día) y el cabo Guadalupe Navarro.
A seis años y un día de prisión se condenó al subteniente Axel Abed Morazán; los sargentos Ivis Rafael Calderón y Yony Enrique Núñez y el cabo Efraín Alexander Serrano.
El teniente coronel Oddir E. Fuentes fue sentenciado a un año de reclusión.
Cargaron combustible en preparación para el robo Urbina Granados ostentaba el cargo de sargento técnico primero en servicio activo.
En Folio 360 y 361, Luis Alberto Sánchez Flores acepta haber recibido 25,000 lempiras y que fue previamente amenazado para colaborar. Según su testimonio, en fecha 31 de octubre, a las 4:00 PM (también se habla de 7:00 PM) , Urbina abasteció de combustible la avioneta.
Y en Folio 361 afirma que entre los involucrados en el robo estaba Carlos Antonio Urbina Granados.
En Folio 386, declara José Isaías Zavala Mejía, que el 31 de octubre estaba de comandante de guardia y el suboficial Urbina Granados “me dijo que me iban a dar un celular”.
Este celular se le dio para recibir instrucciones, que eran poner gente de confianza en la rampa donde se robaron la avioneta.
Guadalupe Navarro Navarro (cabo de seguridad aérea), confesó, en Folio 391, que su trabajo en el robo de la avioneta consistía en no alertar la salida de dicho vuelo al momento en que la robaran, y que sí recibió dinero por ello.
“Recibí 25,000 lempiras y me los entregó el suboficial Urbina, diciéndome: aquí te mandaron y ya sabes quién”.
Calentaron la avioneta para que no fallara durante el robo
Un testigo protegido, JIM B 1948, declara, en Folio 2,423, que se encontraba en servicio el día del robo en la zona denominada Posta Dos Azul.
El testigo afirma que los suboficiales Urbina y López Acosta (sargento segundo técnico) encendieron la aeronave King Air pero no la movieron del puesto. Eso fue de 3:00 a 4:00 de la tarde del día 31 de octubre.
Esta medida que se tomó, calentar los motores de la aeronave, sirvió para asegurar que su arranque fuera rápido y no tomara tiempo, y de esa forma despegar sin contratiempos.
El testigo protegido JIM A 1948 declara, en Folio 2,305, que se encontraba el día del robo de la avioneta de turno en el portón de la rampa y su servicio era de 12:00 a 6:00 de la tarde, que vio a dos personas con la avioneta encendida y que hacían señas y los que estaban eran el suboficial (López) Acosta y Urbina y que los vio como a la 1:00 de la tarde.
Los jueces de instancia militar determinaron que en la ejecución del robo, Urbina colaboró de forma activa y directa, asegurándose de dejar la avioneta sin la seguridad debida y que las personas que participarían en el hecho supieran que tendrían una recompensa por dicha participación.
Urbina Granados “se aseguró de tomar todas las medidas necesarias a fin de que se llevara a cabo la realización y ejecución del hecho, por lo que su participación es a título de autor en el delito de robo”, dice el fallo al que tuvo acceso exclusivo la Unidad Investigativa de EL HERALDO.
Además, se le comprobó el delito de violación de consigna al desconocer todos los protocolos que debieron activarse para evitar la planificación y consumación del robo.
En Folio 370, Urbina declara haber tomado el libro de mantenimiento de aviones, mismo que resulta no aparecer luego del hecho y que tiene en su control el nombre de las personas que tenían acceso a todas las aeronaves estacionadas en la base y qué personas le daban mantenimiento y reparaban en caso de ser necesario.
Que a efecto de seguir con las investigaciones en esa fecha del robo, no se pudo constatar dónde quedó dicho libro, siendo el encausado (Urbina Granados) la persona que lo tomó cuando fue requerido por el coronel Hermidas.
Consta en autos en el juicio que el libro de mantenimiento de aviones no aparece y que el mismo no fue puesto a la orden del tribunal militar por desconocerse su paradero.
Constantino debía retrasar los vuelos de persecución
Marlon Constantino López Acosta, quien es sargento técnico segundo, declaró en torno a su participación en el robo.
En Folio 380, Constantino López declara que el día del robo de la avioneta (31 de octubre de 2010) “estaba de servicio de línea de vuelo que es despachar y recibir las naves”.
Declara que sí recibió una llamada y le dijeron: “Vos sabes quiénes somos, y lo único que queremos es que retrasés la salida de los aviones si había (hay) una alerta”.
Reconoce que se le acercó una persona y le dio un celular haciéndole la advertencia de que no lo apagara ni perdiera y que lo llamarían y que fue a ese celular que lo llamaron.
En el caso de Isaías Zavala, quien estaba de comandante de guardia, confesó que fue Urbina Granados quien le dijo que le darían un celular para recibir instrucciones.
Isaías Zavala, en Folio 385 y 386, relata que el día del robo recibió una llamada donde lo amenazaron a él y a su familia y le pedían que pusiera personal de su confianza en la rampa.
Según Zavala, quien finalmente le entregó el celular fue Constantino López. Al entregárselo le dijo que allí lo iban a llamar.
Después de recibir las dos llamadas se lo regresó al suboficial Constantino López.
Luego, Zavala se encontró de nuevo en el comedor con Constantino López, quien le dijo que le iban a dar el celular porque lo seguirían llamando.
Los dos testigos protegidos reiteraron que las personas que estuvieron en la avioneta, el día del robo en horas de la tarde, fueron Constantino López y Urbina Granados.
Ofrecieron 25,000 lempiras
Efraín Alexander Serrano Rolly, quien fungía como cabo de seguridad aérea, declara en el Folio 392, que estando en un curso lo llamó el sargento Urbina Granados y le dio 25,000 lempiras para que participara en el robo de la avioneta.
Además, Serrano Rolly revela que Urbina estaba acompañado del sargento Constantino López Acosta.
Según Serrano, les contestó que no podía participar por estar en el curso, pero que ambos le insistieron.
Aseguraron el buen funcionamiento
Según el proceso judicial, cuando sucedió el hecho, Constantino López se aseguró de que la avioneta, previo a su salida, estaba en buen funcionamiento, acciones que son fundamentales para asegurar el resultado (robo).
“El encausado Marlon Constantino López Acosta se aseguró de tomar todas las medidas necesarias a fin de que se llevara a cabo la realización y ejecución del hecho, por lo que su participación es a título de autor en el delito de Robo según el artículo 10, numerales 2 y 3 del Código Penal Militar”.
También le fue probado el delito de violación de consigna, ya que se comprobó que no veló porque se cuidaran los aspectos relativos o concernientes a la seguridad de la instalación donde se encontraba asignado.
Este delito es imputable desde el momento que Constantino López confiesa haber recibido llamadas por medio de las cuales se le pedía el retraso de la salida de aviones de dicha base aérea.
“El encausado Marlon Constantino López Acosta, en cumplimiento a sus obligaciones como encargado de servicio de línea de vuelo, estaba en la obligación de respetar las consignas de seguridad de la Base Aérea y tenía que reportar ante sus superiores cualquier situación anormal que afecte la seguridad de dicha Base Aérea, como parte de las consignas dadas al personal que se encuentre de servicio o turno”.
El papel del comandante de guardia, Isaías Zavala
José Isaías Zavala tenía el rango de sargento primero de seguridad y actuaba el día del robo como comandante de guardia.
Declara, en Folio 385, que el día del robo de la avioneta, por tener la responsabilidad de ser comandante de guardia, lo llamaron a su celular amenazándolo a él y a su familia.
En la llamada, le pidieron (ordenaron) que pusiera en turno de guardia en la rampa a los soldados Manuel Eriberto López y Efraín Alexander Serrano Rolly.
Estas llamadas fueron hechas al celular que le había dado el suboficial Marlon Constantino López Acosta.
Le dejaron 840 dólares en un trapo, sobre la cama
Isaías Zavala revela que en un trapo que le dejaron en la cama encontró 840.00 dólares, mismos que entregó a personal del Ministerio Público.
Por su parte, Efraín Alexander Serrano Rolly, en Folio 392, declara que el teniente (Cristian Javier) Oseguera Leiva lo amenazó y le pidió que participara en sacar un avión.
Según esta declaración, el teniente Oseguera le pidió que hablara con José Isaías Zavala para la proposición del hecho.
Este resultó ser un hecho probado pues el encausado (Isaías Zavala) se aseguró de poner en el turno de rampa a esta persona.
Luis Alberto Sánchez Flores (policía de seguridad aérea) declara en Folio 361, que entre las personas que estaban involucradas en el robo de la avioneta se encontraba José Isaías Zavala Mejía.
“En la ejecución del robo, el día en que sucedió el encausado José Isaías Zavala Mejía colaboró asegurándose de que las personas que participarían en el hecho no tuvieran obstáculos para lograr su propósito, mandando al turno de rampa a personal de su confianza, mismos que permitieron la entrada de las personas que robaron la avioneta”, dice el fallo del Juzgado de Instancia Militar.
Se establece que el lugar preciso donde se encontraba la avioneta el día del hecho era la zona de la rampa, y que los centinelas asignados a ese sector son personal indispensable para evitar el quebrantamiento de las medidas de seguridad de dicha área.
“Evitar que ellos cumplieran con su deber al momento del hecho, fue fundamental para la perpetración de este (del robo)”, dice el documento.
Según los jueces, por lo anterior, es evidente que Isaías Zavala “se aseguró de tomar todas las medidas necesarias a fin de que se llevara a cabo la realización y ejecución del hecho, por lo que su participación es a título de autor en el delito de robo, según el artículo 10, numerales 1, 2 y 3 del Código Penal Militar”.
“Consta en autos en el presente juicio que el encausado José Isaías Zavala Mejía no llevó a cabo las medidas administrativas que como consigna se manejan en dicha Base Aérea”.
Isaías Zavala, al estar de comandante de guardia, tenía que guardar todo instrumento que colaborara con la investigación del hecho, como ser el libro de novedades de la guardia, mismo que estaba bajo su custodia por ser el comandante de guardia y que, consta en autos, no apareció ni fue presentado ante las autoridades respectivas, siendo el encausado el responsable directo por consigna de custodiar dicho libro.
Por lo anterior, recibió una pena de un año por el delito de violación de consigna y seis años un día de cárcel por el delito de robo.
¿Quién le dio la orden al subteniente a Euceda y al suboficial Urbina?
Durante todo el juicio, quedó demostrada la participación activa en los delitos de robo y violación de consigna del subteniente Manuel de Jesús Euceda (oficial de día), Carlos Urbina Granados (suboficial y sargento primero técnico) y Constantino López Acosta (sargento segundo técnico).
Euceda es señalado como el cerebro de las operaciones y fue quien dio las instrucciones a los soldados Urbina Granados y López Acosta.
Estos dos, durante el desarrollo del juicio y por testimonios de los demás involucrados, son señalados como los ejecutores de todo el plan, en el sentido de que reclutaban a soldados que serían parte del plan, bajo promesas de pagos en efectivo de 25,000 lempiras, y repartieron los celulares a los que serían llamados los soldados involucrados para “recibir instrucciones”.
En función de eso, todavía quedan varias preguntas sin responder: ¿a qué oficiales de mayor rango reportaba la ejecución del plan de robo el subteniente Euceda?
¿Se puede pensar que toda una base aérea está en manos de un subteniente, que puede tener libertad de cambiar roles de personal, desaparecer libros de novedades y de rampa?
¿Por qué si el robo era de orden público en la base aérea, ningún oficial de mayor rango se dio por enterado de lo que todas las tropas sabían?