En las primeras décadas del siglo XVIII los vecinos de Juticalpa decidieron construir un lugar donde alabar a Dios. Armada con ramas y varas se conformó una galera donde se comenzó a orar, pero que para los habitantes acaudalados de comunidades vecinas sirvió de mofa.
Es así que se los habitantes de la ciudad de los caracolillos, para evitar las burlas, decidieron levantar el tesoro más importante con que cuenta Juticalpa en la actualidad, la iglesia católica.
“El recinto religioso fue cimentado por el señor Enrique Cañas e inaugurado el 8 de diciembre de 1847”, manifestó Germán Díaz Puerto, historiador.
El resto del centro urbano mantenía la plaza central y viviendas de personalidades de la época y en la periferia residían personas de menor rango social.
Los adobes con que se construían las casas eran pegados con tierra amasada con clara de huevo y sabia del árbol de caulote.
La iglesia lleva 166 años en pie, situación por la cual es considerada como la edificación más antigua del municipio.
A uno de sus costados sobresale el histórico reloj que fue traído de Inglaterra hace 138 años.
“Fue un 8 de diciembre de 1875 que don Juan Viladerbó y su esposa Irene Güell hicieron la donación al vecindario”, explicó Díaz Puerto.
Restauración
Otro de los monumentos antiguos de la comunidad es la Casa de la Cultura, la cual de forma reciente fue restaurada.
Este inmueble fue construido en 1917 por el matrimonio conformado por José Melitón Sarmiento y Dora Ávila, años después fue adquirida por la familia Sirke -de nacionalidad alemana-, quienes la modificaron para instalar sus tiendas.
De forma posterior fue pasada al Estado de Honduras y declarada Monumento Nacional mediante acuerdo número 498, según consta en los archivos del Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH).
Para recuperar la vivienda, que amenazaba con ceder ante el mal estado del techo y la humedad en sus paredes, fue necesario el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
En las obras de restauración se invirtieron 60,000 dólares (1.2 millones de lempiras), trabajos que se concluyeron a finales del año pasado.
Como parte del patrimonio colonial también se enlistan el edificio de la alcaldía municipal y el centro de educación básica Rosa Luisa Hernández de Ochoa.
El inmueble donde funciona el centro educativo fue propiedad de Froylán Turcios (padre) y en la administración del presidente Manuel Bonilla (en 1913) la familia Turcios adquirió la propiedad, para donarla al instituto La Fraternidad.
El edificio de la municipalidad, por su parte, fue construido en un primer momento como una casa de bahareque, poseía tres divisiones: el salón de armas, la cárcel y un área de oficina.
En 1852 inició la construcción de un nuevo edificio, pero luego se abandonó y fue hasta 1860 que se retomaron los trabajos, los cuales concluyeron en 1869.
El centro histórico de Juticalpa está compuesto por 32 cuadras, donde se cuenta con 640 edificaciones. En la zona residen unas 4,500 personas.
Según Antonio Cubas, de 94 años, vecino, décadas atrás la mayoría de las casas eran de adobe, armado con hojas de pino, lodo y clara de huevo.
En el municipio autoridades municipales y pobladores se han unido para preservar el centro histórico, pues consideran que es parte de su historia.
Sin mantenimiento
El interés por preservar las antiguas edificaciones no es el mismo en el municipio de Catacamas, pues en la comunidad los pobladores enfrentaron un debate unos dos años atrás ya que se oponían a que el centro de la comunidad se declarara como histórico.
Para los pobladores de la zona las antiguas viviendas no poseen ningún atractivo visual, sin tomar en cuenta la historia que poseen, misma que de ser explotada se convertiría en el atractivo para los turistas.
A causa de esta situación el 16 de agosto de 2010 se publicó en el diario oficial La Gaceta el acuerdo ejecutivo 239-2010, en el que se emite la orden para que se proceda a las acciones de protección del casco histórico de la localidad.
La ley aún no se cumple en su totalidad ya que la mayor parte de las antiguas edificaciones no reciben ningún mantenimiento ni por parte del gobierno local.
El primer barrio que se formó en la comunidad, según historiadores, fue La Cruz, formado por casas de bahareque y rancherías.
El centro del municipio custodia otra joya colonial: la iglesia San Francisco de Asís.
El casco histórico tiene una extensión de 25 manzanas en su denominada zona núcleo, y otras 20 manzanas componen la zona de amortiguamiento.
En la zona núcleo hay 362 predios que datan del siglo XVIII al XX.
Reliquias de Gualaco
En Gualaco, la iglesia de San Buenaventura es otra de las reliquias que dejaron los siglos pasados.
Según la Ley de Protección del Patrimonio Cultural forman parte de la herencia todas las construcciones arquitectónicas de alto contenido y valor desde el punto de vista antropológico, histórico y artístico de épocas coloniales.
En Manto la iglesia fue construida entre 1750 y 1800 en honor al Señor de la Agonía.
El templo posee dos torres frontales y el altar mayor fue tallado en madera de color.
Unas 21 imágenes del templo fueron donadas por la familia Güell en la época de la colonia, según vecinos.
Las reliquias de la familia Güell también se aprecian en una casa del centro histórico, la cual en 1750 fue propiedad del conde Francisco Bertrand, nacido en Cataluña, España.
Dos siglos atrás fue adquirida por un miembro de la familia Güell, en la actualidad Elizabeth Fiallos es la propietaria.