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Los socorristas también lloran en las tragedias, frente al dolor ajeno

Aparentemente los rescatistas son seres humanos muy fríos, que no se inmutan ante el sufrimiento ajeno, pero eso no es tan cierto; cuentan que en algunos momentos también han llorado al lado de las víctimas

De sus 59 años de vida, Nelson Gustavo Salmerón le ha dedicado 39 años a la Cruz Roja Hondureña. En esta Semana Morazánica ahí está listo para auxiliar a quien lo necesite.

lun 2 de octubre de 2023 a las 0:0

04:32 min. de lectura

TEGUCIGALPA, HONDURAS. Unidad 29, unidad 19, adelante.... Confirme 10-23 por favor... Esta voz provenía de la base de la Cruz Roja. En la salida a Olancho, respondió rápidamente Nelson Gustavo Salmerón, sentado frente al volante de la unidad de urgencias.

Salmerón, forma parte de este contingente de socorristas que durante la Semana Morazánica entrega todo su tiempo a la atención de emergencias, que nunca faltan, sobre todo en las carreteras; las cuales están vigiladas por la Policía y un nutrido grupo de empleados públicos con el fin de prevenir accidentes y tragedias.

Entre esta legión de burócratas y uniformados están los socorristas de la Cruz Roja y del Cuerpo de Bomberos, quienes permanecen en los puntos estratégicos ubicados a lo largo de las vías listos para prestar auxilio en todo tipo de accidentes u otro tipo de atenciones de emergencia.

Aquí hay rescatistas que comienzan en estas lides, pero también están aquellos que lo han visto todo, en cuyas mentes llevan grabados muchos de los escenarios más trágicos y dantescos ocurridos en este país.

Aparentemente estos salvavidas- hombres y mujeres- son seres humanos fríos, sin emociones, que no se inmutan al sufrimiento ajeno, sin embargo, eso no es del todo cierto, también lloran silenciosamente a la par de las víctimas, pero sin sucumbir al dolor y la angustia cuando de salvar una vida se trata.

Para ellos, la recompensa de su sacrificio no está tanto en la gratitud que recibirán de alguien, sino en el sentirse bien consigo por haberle sido útil a sus semejantes.

Su abnegación- 24 horas del día, siete días a la semana- por ayudar a otros, sea de manera voluntaria o remunerada, también les pasa una alta factura en la vida familiar. Pero, aun así, ahí están listos para acudir en auxilio.

$!El paramédico Rufino Elpidio Flores también lleva 37 años trabajando para la Cruz Roja Hondureña, atendiendo todo tipo de emergencias.

Los segundos cuentan

Desde tempranas horas del día, Salmerón se sienta dentro de la cabina de su ambulancia esperando indicaciones para desplazarse a determinado lugar donde esté ocurriendo un 10-50, o sea un accidente automovilístico, o un 10-50 múltiple, un accidente de bus o de varios carros.

Para él, en una emergencia no hay tiempo que perder, los segundos cuentan cuando la vida de alguien está en riesgo. De sus 59 años de vida, 39 los ha entregado al servicio de la gente como socorrista voluntario y ahora remunerado.

“Ingresé a la Cruz Roja allá por 1974, cuando el Fifí (huracán), tenía unos diez años; mi mamá alquilaba una habitación en una cuartería que estaba cerca de la Cruz Roja, en la Primera Avenida de Comayaguela. Ahí miraba las ambulancias, así que un día me metí, y así me fui quedando y hasta ahora sigo aquí”.

Recuerda que como voluntario primero ayudaba a limpiar las ambulancias, lo ponían a barrer, hacía mandados. Después sacó el curso de primeros auxilios, luego lo pusieron a atender partos, heridas, fracturas, y así se fue quedando.

“En esta institución hemos aprendido a servir, a calmar el dolor del prójimo que es lo más importante, sin esperar una compensación. Para nosotros no hay día, no hay noche, no hay feriado, no hay vacaciones, nuestra vida es solo es servir y para nosotros es lo más precioso que hay”.

En los momentos de urgencia, Salmerón no va solo, en muchos a casos a su derecha lo acompaña Rufino Elpidio Flores, otro veterano paramédico que en sus 37 años como socorrista hizo propio el dolor ajeno.

“Ingresé a la Cruz Roja gracias a un amigo, compañero de trabajo que un día me dijo vamos a la Cruz Roja. ¿Qué voy a ir hacer ahí?, le pregunté.

Vamos hombre, insistió él, van a dar unos cursos de primeros auxilios. “Voy a ir por acompañarte, pero la verdad que no me interesa le dije”.

“Recibimos el curso de primeros auxilios y me fue gustando. Yo me quedé y el amigo Quintín Romero, éramos del mismo pueblo de San Miguelito, Francisco Morazán, no siguió”.

Tenía unos 20 año cuando puse “mi pie por primera vez en la Cruz Roja, me gustó el curso y luego cada vez que salía del trabajo me venía a prestar servicio como voluntario y así me fui involucrando, ahora tengo 63 años de edad y 37 años de servir como socorrista, imagínese”.

Flores, recuerda aquel 21 de octubre de 1989 cuando le ordenaron desplazarse al Cerro de Hula, el reporte era que un avión de la aerolínea Sahsa acaba de accidentarse. En esta tragedia perdieron la vida 127 personas y 15 sobrevivieron.

“Cuando llegamos había cuerpos y maletas por todos lados, incluso unos aún estaban en los asientos con sus cinturones de seguridad. Yo comenzaba como socorrista, tenía unos 29 años de edad”, recordó.

Según Flores, las tragedias atendidas golpean no solo sentimentalmente a los rescatistas, sino que también afectan el subconsciente a tal extremo que muchas veces aparecen en sus sueños.

$!Rufino Elpidio Flores, fue uno de los primeros socorristas en llegar al lugar del accidente aéreo de Tan Sahsa el 21 de octubre de 1989.

”Ese día lloré”

Si de salvamento se trata, no puede desconocerse también el trabajo, sin horario, que realizan los bomberos. A sus 39 años de edad y 19 como miembro del Cuerpo de Bombero el sargento José David Umanzor también tiene su propia historia que contar.

“El momento más difícil que he vivido como bombero, fue el día que atendimos un incendio estructural en la carretera al Hatillo. Llegamos al incendio y una madre desesperada dijo que había un niño adentro, tratamos de encontrarlo. Ahí estaba, pero ya estaba muerto, se había asfixiado por el mismo humo. Ahí me reflejé porque en ese momento yo tenía un niño de cinco añitos. Ese día si lloré”.

Aunque uno muchas veces quiere mostrarse fuerte, hay momentos en que se le salen las lágrimas, sobre todo cuando suceden esos accidentes vehiculares o incendios donde pierden la vida las personas y sobre todo niños.

Asimismo, recordó con tristeza el fallecimiento de sus cuatro compañeros en el incendio forestal de La Montañita, el 25 de abril de 2018.

Durante siete años, Umanzor estuvo a cargo de conducir una ambulancia, pero desde hace tres años le entregaron la responsabilidad de uno de los equipos pesados que debe acudir de inmediato a cualquier lugar de un siniestro.

Ahí, en la salida a Olancho, Umanzor y su compañero Jonatán Zelaya estaban listos a cualquier llamado de emergencia durante la Semana Morazánica.

Cuando escuchen el sonido y vean las luces de la sirena de una ambulancia de la Cruz Roja o de una unidad del Cuerpo de Bomberos, es posible que ahí vayan Nelson Gustavo Salmerón, Rufino Elpidio Flores o José David Umanzor al auxilio de alguien.

$!El sargento de bomberos José David Umanzor, es otro socorrista que en la Semana Morazánica está listo para atender todo tipo de emergencias.

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