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Hambre, frío y enfermedades: niños migrantes sufren indiferencia en Honduras

31.05.2022
Entre el 2015 y mayo del 2022 un total de 8,100 menores de 11 años han pasado por Honduras, sufriendo hambre, frío, enfermedades y golpes sin que las autoridades nacionales les brinden una mano

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Sus frágiles dedos sucios sujetan lo más fuerte que pueden una parte de lo único que le permite sentir viva su niñez: los restos de una muñeca barbie.

Los labios rojos, ojos azules y pestañas hermosas del juguete llaman la atención de la bebé de tres años de edad.

Quizá al llegar a Estados Unidos, sufriendo las inclemencias del arduo camino, esa muñeca que no puede vestir porque las prendas quedaron enredadas en los arbustos sea el símbolo de un gran sacrificio.

A la pequeña, que llamaremos por el nombre ficticio de Alicia por protección de la niñez, le ha tocado vivir una odisea en la ruta migratoria que inició desde Venezuela.

En su corta vida ha pasado por selvas, dormido en aceras, hay días que no ha comido y cuando se enferma no hay pediatra que la pueda ver, su madre cree que todo el sacrificio vale la pena, pues en su país la pobreza se agudiza cada día más.

“Apúrate, pasá los papeles de los niños que nos van a ayudar”, gritó un hombre, cuando EL HERALDO llegó adonde se aglomeraban unos extranjeros.“Esperate que estoy cambiándole el pañal a la niña”, le pidió la madre a ese familiar, quien estaba desesperado y ansioso por salir de Trojes, El Paraíso, punto fronterizo entre Honduras y Nicaragua.

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De pie -frente a la magnitud de migrantes de Venezuela, Brasil, Cuba, Nicaragua, Haití y África que se aglomeraron en las oficinas del Instituto Nacional de Migración (INM) de Trojes-, la progenitora le cambió el pañal a la bebé, luego buscó los pasaportes y los entregó.

La ventaja de los núcleos familiares y de quienes llevan niños es que no pagan el salvoconducto de 210 dólares, unos 5,000 lempiras, y les dan prioridad, afirmaron las autoridades.

La chiquitina volvió a ver su muñeca, quiso peinarla y con sus manos le ajustó la única prenda que tenía el juguete, una especie de colita en el pelo rubio ya desteñido.

El equipo de EL HERALDO Plus comprobó que los niños son los que más sufren en la ola migratoria que se ha desatado desde Suramérica en los últimos meses.Mujeres y hombres con niños en brazos, adultos viajando solos o familias completas son parte de las caravanas de migrantes que entran a diario de forma irregular a Honduras.

La Unidad de Datos de EL HERALDO Plus comprobó que las personas que ingresan irregularmente a Honduras en su mayoría son jóvenes adultos de entre 21 y 40 años.

Los reportes de ingresos desde 2015 hasta mayo de 2022 señalan que casi la mitad de los migrantes extranjeros en Honduras tenían entre 21 y 20 años, alrededor de 71 mil.Mientras que el 30% tenía entre 31 y 40, para un total de 44,274 extranjeros.

Además, hubo un total de 8,100 casos de menores de entre 0 a 10 años, es decir, niños de diferentes edades que viajan acompañados de un familiar, incluso hay de meses de nacidos.

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Golpeados

Al desfilar grupos de niños por Honduras se puede sentir el sufrimiento y las marcas que les deja el lago y doloroso recorrido en sus frágiles cuerpos.

Muchos se aferran a sus padres, otros miran asustados para todos lados, como preguntándose dónde están, en quién pueden confiar, cuándo van a llegar a su destino y qué pueden comer.Muchos se han quedado sin zapatos, lo único que los calza son los llamados “sapitos”, una copia de crocs que venden en los mercados a su paso.

“Amor, la niña tiene una garrapata pegada en la cabeza”, le advierte la esposa al señor David Capito, quien carga a su hija, una bebé de apenas cuatro meses y medio de nacida.

El hombre, de nacionalidad ecuatoriana y de hablado humilde, contó que su niña iba enferma, además cuando la madre la cargaba se cayó por un desfiladero, una especie de agujero profundo.

“Veníamos por la selva del Darién (ubicada entre Colombia y Panamá) y yo me agarré de una mata con tunas y cuando me solté caí en una milpa con la bebé”, narró la mamá, mientras estaba atenta al llamado de las autoridades de Migración.

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El padre de la menor mostró la carita de la pequeña, “ella casi no puede ver porque el ojo lo ha tenido demasiado hinchado debido al golpe”, lamentó con la voz entrecortada.

El objetivo es tener un mejor futuro, porque en Venezuela no hay comida, si desayuna no almuerza y si almuerza no cena, y en Ecuador tampoco tienen futuro, aseguró Capito, por eso quieren llegar a Estados Unidos junto a su hijita.

A simple vista se puede observar que no hay ni la mínima protección para evitar contagios de covid-19, porque muchos menores no llevan mascarilla y mucho menos alcohol o gel.

Jotanael Sierra es un oficial de protección infantil de la Dirección de la Niñez, Adolescencia y Familia (Dinaf), quien vigila que no se vulneren los derechos de los menores migrantes, pero dice estar con las manos atadas, porque no tiene como ayudarlos.

Los migrantes de Haití, El Congo y Venezuela vienen con bastante dificultades, porque han tenido que pasar por sitios donde se han visto en vulnerabilidad, dijo el funcionario.

Según el INM, ciudadanos de nueve países son los que más entran de forma irregular a Honduras . Ocho de cada 10 casos proceden de Cuba y Haití, naciones que enfrentan conflictos sociales, políticos y económicos.

De los nueve países, cuatro están ubicados en África, desde donde los migrantes emprenden un largo viaje hasta llegar a tierras hondureñas, constató la Unidad de Datos de EL HERALDO Plus.

También hay reportes de migrantes con nacionalidad nicaragüense, venezolana y brasileña. Además, hay casos de muchos que tuvieron hijos durante su paso por esas naciones.

“Muchos niños sufren hambre, falta de abrigo y se agota la ayuda en la zona para poder atender las diferentes necesidades que ellos traen”, dijo Sierra.

Necesitan calzado, alimentos, ropas y llegan con enfermedades como infecciones, calenturas, dolor de cabeza y con picaduras de animales.

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Vicealcalde de Trojes: “La situación de migración se ha vuelto compleja”

Merlyn Noé Rivera, vicealcalde de Trojes, El Paraíso.

El vicealcalde de Trojes, El Paraíso, Merlyn Noé Rivera, declaró que la migración irregular se ha vuelto bien compleja en su municipio debido a que ha aumentado significativamente el paso de personas.

El problema es que no hay albergues disponibles, sobre todo los fines de semana, cuando están cerradas las oficinas del Instituto Nacional de Migración (INM).

“Siempre hemos querido elevar la voz al gobierno para que manden más personas a las oficinas de Migración, porque se llenan y debido a la presión a veces han tratado hasta mal a los migrantes”, denunció el subjefe municipal.

Ya han llegado varias quejas a la Municipalidad sobre la mala atención, no obstante, hay muchas organizaciones que ayudan, como la Iglesia Católica y Evangélica.

Lamentó que hace menos de un mes el Congreso Nacional aprobó un decreto para que no se pagaran los 210 dólares del salvoconducto y siempre lo están cobrando.

Hay una agencia bancaria donde todos los días hay hasta 100 o 200 personas haciendo fila para pagar y los habitantes de Trojes a veces tienen que esperar días para hacer sus trámites, porque saben que los migrantes son prioridad.

Rivera demandó a ONG, organizaciones de derechos humanos y autoridades a que les ayuden con asistencias para los migrantes.

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