¿China o Taiwán? Política exterior de Honduras queda en manos del nuevo gobierno
Dos candidatos de derecha se disputan la presidencia de Honduras. El ganador decidirá si seguir de aliado de China, que defiende los resultados de las relaciones bilaterales, o retomar con Taiwán
- 09 de diciembre de 2025 a las 12:20
Tegucigalpa, Honduras.- Durante el gobierno de Xiomara Castro, Honduras dejó atrás a su socio histórico, Taiwán, para establecer relaciones diplomáticas y comerciales con China. Ahora, a la espera de los resultados para conocer quién será el próximo presidente —y especialmente porque la disputa está entre dos candidatos de derecha— el debate sobre este giro estratégico vuelve a ocupar un lugar central en la agenda nacional.
Este cambio de gobierno, que se concretará en enero de 2026, deja una esperanza para Taiwán, que ya expresó su intención de mantener contacto con Honduras sin condiciones tras las elecciones, apoyando la reactivación diplomática.
China, por su parte, ha defendido su cooperación, pero se enfrenta a la negativa de dos candidatos que desde la campaña electoral dejaron claro que romperían relaciones con Pekín.
Para China, Honduras es más que un aliado reciente, es una pieza en un tablero geopolítico que ha ido avanzando en toda Centroamérica.
Desde que Tegucigalpa rompió relaciones con Taipéi, capital de Taiwán, en 2023, Pekín ha insistido en que su presencia no depende del color ideológico de los gobiernos, sino de un proyecto de largo plazo. Y ese es justamente el punto que varios analistas recuerdan, cuando China entra, institucionaliza su presencia; es decir, un país puede cambiar de presidente, pero no es igual de simple cambiar de superpotencia.
Rechazo
Tanto Nasry "Tito" Asfura como Salvador Nasralla (los candidatos que se disputan la presidencia de Honduras) han hecho pública su posición de romper relaciones con Pekín.
Nasralla, candidato del Partido Liberal, afirmó que "Taiwán ha sido un gran socio de Honduras. Yo estoy dispuesto a reanudar la relación diplomática con Taiwán" y advirtió sobre los riesgos de mantener acuerdos con Pekín, pues Honduras es “un país tan pequeño que no produce prácticamente nada”, podría salir perdiendo frente a un “gigante” como China.
Según él, la importación masiva de productos chinos ha desplazado a productores y emprendedores nacionales, generando más pobreza y desempleo, por lo que insistió: “Yo voy a reanudar con Taiwán. Si China está de acuerdo, bien, pero la relación comercial va a ser con cualquier país del mundo”.
Por su parte, Asfura prometió fortalecer los lazos con Estados Unidos, revisar los acuerdos firmados con China y recuperar los beneficios que, según él, Honduras obtenía con Taiwán.
“El país estaba 100 veces mejor cuando tenía relaciones con Taiwán”, sostuvo, y enfatizó que su estrategia diplomática se centra en un “triángulo” de aliados. Estados Unidos, Israel y Taiwán.
“Lo tengo claro en mi mente: con ese triángulo de países amigos podemos construir un gran equipo de trabajo para crear soluciones para el país", dijo.
Pero ¿qué tan viable es esto? ¿Puede un país que ya firmó acuerdos estratégicos con China revertirlos sin enfrentar represalias diplomáticas, comerciales o incluso financieras? Los expertos consultados coincidieron en que dar marcha atrás es complejo, no solo por la política de “una sola China”, sino porque Pekín tiende a blindar sus relaciones con fuertes incentivos económicos, donaciones y presencia política.
Esto no significa que sea imposible, pero sí que tendría un costo para Honduras, especialmente en un contexto donde el país depende de inversión externa y apoyo económico para enfrentar su déficit y su limitada capacidad de crecimiento.
Aunque Washington mantiene su enfoque público en temas como la migración, anticorrupción y gobernabilidad, en los círculos diplomáticos, la preocupación también se centra en la expansión china en la región, sobre todo en un país tan estratégico como Honduras por su cercanía con la frontera sur de Estados Unidos y su posición geográfica entre los océanos Atlántico y el Pacífico.
Estados Unidos no ha dicho abiertamente que Honduras debe romper con China, pero sí ha mostrado incomodidad por la velocidad con que el gobierno actual se acercó a Pekín.
Varios asesores de la campaña del partido oficialista han admitido que una eventual continuidad implicaría también una continuidad del alineamiento con China.
Acuerdos
Previo a la jornada electoral, un comunicado de la Embajada de China en Tegucigalpa generó atención el pasado 17 de noviembre. El mensaje, diplomático, pero firme, subrayó que la relación entre ambos países se basa en el reconocimiento mutuo y en los compromisos asumidos.
"Desde el establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y Honduras el 26 de marzo de 2023 sobre la base del principio de una sola China, las relaciones bilaterales entre ambos países han sido testigos de un arranque de alto nivel, con notables resultados en la cooperación práctica en los diversos ámbitos que han beneficiado ampliamente a ambos pueblos y están presentando brillantes perspectivas futuras", dice el texto.
Aunque no mencionó candidatos, el subtexto es claro, China espera que Honduras mantenga el rumbo iniciado en 2023, y ha advertido que los acuerdos firmados no están diseñados para ser temporales ni para cambiar con el vaivén de la política interna.
Esto se podría interpretar como un recordatorio sutil, casi un aviso, o una señal del peso que han adquirido los intereses de Pekín en el país en tan poco tiempo.
En los últimos dos años, Honduras y China han firmado más de 17 convenios que buscan fortalecer la cooperación bilateral en múltiples ámbitos, desde la diplomacia hasta la cultura y la economía.
Entre estos acuerdos destacan el establecimiento de mecanismos de consultas políticas, la cooperación en ciencia, tecnología e innovación, protocolos fitosanitarios para exportaciones de café, banano y productos acuáticos, memorandos sobre inspección y cuarentena de alimentos, y convenios de colaboración cultural y educativa.
También se incluye la creación de comisiones para la cooperación económica, comercial y de inversión, así como en educación, el establecimiento conjunto de un Instituto Confucio entre la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán y la Universidad de Zhejiang.
A estos convenios se suman compromisos concretos por parte de China, como la construcción y equipamiento de escuelas agrícolas con tecnología de punta para mejorar la enseñanza y la producción agrícola, la reconstrucción de 300 escuelas, donación de invernaderos, máquinas para secar café, herramientas de poda, ambulancias, becas estudiantiles y ayuda humanitaria en casos de desastre.
Además, están en marcha proyectos urbanos y de infraestructura, como un centro de convenciones y un parque urbano en Tegucigalpa, así como inversiones millonarias de empresas chinas en parques industriales de textiles y cerámica en el norte del país.
También se firmó un acuerdo de compra de tabaco hondureño por tres millones de dólares y se promueve la cooperación cultural mediante intercambios artísticos, académicos y turísticos.Aunque algunos de estos proyectos todavía no se han materializado en su totalidad, evidencian una relación profunda y multifacética entre ambos países.
La diversidad de los compromisos (económicos, educativos, culturales y de infraestructura) demuestra que romper los vínculos con China no sería una decisión simple, ya que implicaría enfrentar posibles repercusiones diplomáticas, comerciales y financieras, además de afectar proyectos estratégicos en ejecución.
Analistas
El doctor Omar Andrés García, experto en gobernanza, consideró que el escenario geopolítico que enfrenta Honduras es “necesario y prudente”, especialmente ante el quiebre que comenzó en las relaciones diplomáticas hemisféricas con la llegada de un gran jugador, como lo es China continental a la región.
Recordó que el gigante asiático ha incrementado su presencia en América Latina y ha financiado más de 50 proyectos solo en Centroamérica, lo que lo convierte en un atractivo inevitable para gobiernos que, además, han tenido afinidad con agendas como el Foro de São Paulo.
Según el analista, existe “aparente mayor aceptación” hacia China continental que hacia Taiwán debido, principalmente, a la disponibilidad de financiamiento y obras de infraestructura, pero esta relación tiene costos, porque “China no perdona deuda. Si Honduras recibió préstamos secretos, cuando dejemos esa relación nos pasarán la cuenta”.
Para el expertos, con un cambio de gobierno (ya que Libre está perdiendo las elecciones), existe la posiblidad de que Honduras restablezca relaciones con Taiwán, pero hizo énfasis en que cualquier decisión de este tipo debe pasar primero por un ejercicio de reflexión nacional.
“Llamaría a la reflexión, aprendamos a tener una política exterior soberana”, afirmó. Tanto China como Taiwán, dijo, “han jugado históricamente a la bipolaridad excluyente”, obligando a los países a elegir uno u otro.
Para el especialista en transparencia, lo ideal sería que Honduras pudiera mantener vínculos comerciales con ambos mercados: “Sería maravilloso comercializar con los dos al mismo tiempo, son mercados que podrían comprarnos todo”.
“El camino de cambiar no es fácil, quedan candados con China, casi todas las negociaciones, viajes y beneficios obtenidos se nos van a cobrar, no hay almuerzos gratis”, advirtió.
García señaló que China opera bajo el modelo de “un Estado, dos sistemas”, donde el Partido Comunista se presenta como capitalista cuando se trata de inversiones, por lo tanto, la estrategia china suele incluir acercamientos a gobiernos con altos niveles de corrupción.
“Prestan dinero, ayudan con proyectos y después cobran. Si no les pagan, se quedan con ferrocarriles, carreteras, puertos, nada es gratis”, insistió.
En contraste, destacó que Taiwán es tecnológicamente más avanzado por su liderazgo mundial en la fabricación de chips, mientras que China domina los grandes flujos de inversión y expansión global. “China sigue con su visión expansionista fuerte”, sentenció.
Bajo este contexto, Honduras debe aprender a negociar con ambos actores tal como lo hacen otros países, como Estados Unidos, pero sin aceptar intromisiones. En un último extremo, la cuarta vía propuesta es no alinearse con ninguno, con una adecuada negociación para proteger la soberanía.En opinión del abogado constitucionalista Juan Carlos Barrientos, la relación con China responde principalmente a intereses económicos y no políticos.
Explicó que la mayoría de países de la región han optado por establecer vínculos con China debido a su enorme mercado, su capacidad de inversión y la posibilidad de financiar u ofrecer obras de infraestructura pública, como la biblioteca donada a El Salvador o el estadio de fútbol construido en Costa Rica.
Barrientos expresó que, si la oposición gana las elecciones, el nuevo Gobierno deberá evaluar si la relación comercial con Taiwán resultaba más beneficiosa para el país. “Por allí se van a inclinar”, sostuvo.
Además, recordó que la apertura o ruptura de relaciones diplomáticas es una facultad exclusiva del presidente de la República, quien dirige la política exterior y puede establecer vínculos con los países que considere convenientes.La relación de Honduras con China, aunque reciente, tiene implicaciones geopolíticas y económicas significativas que podrían condicionar la política exterior del país en los próximos años.
Así coincidió el directivo de la Cámara de Comercio de Industrias de Cortés (CCIC), Rodolfo Dumas, quien analizó los riesgos y oportunidades que enfrentaría un eventual cambio de alineamiento diplomático.
“Cualquier revisión o restablecimiento de relaciones con Taiwán dependería de la decisión de un nuevo gobierno, no es un cambio sencillo ni inmediato, habría que evaluar los compromisos ya asumidos”, explicó Dumas.El especialista en Derecho señaló que, si bien se han firmado memorandos de entendimiento y acuerdos de cooperación, muchos detalles no han sido divulgados, y ciertos proyectos en curso podrían verse afectados por cualquier ajuste diplomático. Esto, a su juicio, coloca a Honduras en una situación delicada frente a sus otros socios comerciales.
“Sí existe un reconocimiento diplomático formal con China y se han iniciado acuerdos de cooperación, incluso un posible tratado de libre comercio, pero el nivel de profundidad de esa relación es limitado y aún se identifican aspectos que no favorecen a Honduras”, añadió.
Dumas destacó que la asimetría económica entre ambos países genera desafíos para la industria local. Mientras Honduras posee una estructura productiva pequeña, China produce de forma masiva y con precios bajos, lo que ha saturado los mercados locales. “Esto ha provocado la desaparición de industrias pequeñas como calzado y confección, que hoy están prácticamente extintas”, señaló.
A pesar de esta desventaja, el empresario advirtió que China no se desligará fácilmente de Honduras, y que la próxima administración deberá comprender el alcance de los compromisos firmados antes de tomar decisiones apresuradas.
La relación con Taiwán, según Dumas, fue históricamente fructífera, con apoyo en desarrollo, cooperación técnica, asistencia institucional y programas en agricultura y ganadería, pero terminó de manera abrupta y poco diplomática, lo que dificulta su reconstrucción.
“Trabajar con ambos mercados al mismo tiempo sería ideal, pero es muy difícil, China representa muchas oportunidades, y continuar las relaciones con Pekín es lo más probable. Decir que se va a retomar la relación con Taiwán sin conocer el contenido de los compromisos con China sería una declaración aventurada”, explicó.
Dumas concluyó diciendo que, el país debe adoptar una visión pragmática y a largo plazo: “El tema ideológico, para China, se ha vuelto secundario, ellos piensan en planes de 100 años, no de cinco, y eso exige que la política exterior de Honduras sea estratégica".
Este debate no es exclusivo de Honduras. La región ofrece ejemplos recientes de cómo un cambio de gobierno puede redefinir por completo la política exterior, incluso en escenarios donde parecía existir una alineación sólida.
Un caso ilustrativo es lo ocurrido en Bolivia este año. El nuevo gobierno boliviano anunció el fin de la relación estratégica con la República Islámica de Irán y confirmó el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Israel, un giro histórico tras años de acercamiento a Teherán y dos años de ruptura con Jerusalén.
Bolivia había cortado vínculos con Israel en noviembre de 2023, durante la administración del Movimiento al Socialismo (MAS), en rechazo a las operaciones en Gaza. Desde entonces, la relación permaneció congelada, pero con el cambio de gobierno, La Paz deshizo el vínculo con Irán y abrió nuevamente el canal formal con Israel.
Este anuncio no solo representa un ajuste bilateral, sino un reposicionamiento completo de Bolivia en el mapa internacional, donde se aleja de un aliado autoritario como Irán, criticados globalmente por violaciones graves a los derechos humanos, y retoma su relación con Israel, una democracia consolidada y un actor clave en innovación, comercio y seguridad.
El caso de Nicaragua también sirve como antecedente para comprender la complejidad de las relaciones diplomáticas con China y Taiwán en la región.
Durante el primer gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) (1979‑1990), Managua reconoció a China continental, rompiendo sus lazos con Taiwán.
Sin embargo, con la llegada de la expresidenta Violeta Chamorro (1990‑1997), las relaciones con China se interrumpieron y se restablecieron los vínculos con Taiwán.
Cuando Daniel Ortega regresó al poder en 2007, Nicaragua mantuvo inicialmente lazos con Taiwán, pero en diciembre de 2021 rompió formalmente esas relaciones y estableció vínculos con China.
Este vaivén evidencia que las decisiones sobre alianzas diplomáticas pueden cambiar según el gobierno y el contexto político, convirtiendo cualquier ruptura o reorientación en un proceso complejo y de largo alcance, algo similar a lo que podrían experimentar ahora Honduras.